Últimamente me estoy aficionando a la restauración de muebles antiguos, cada día aprendo un poquito gracias al método ensayo-error.
Entre los proyectos pendientes tenía esta mesita de noche que apareció en un rincón olvidado en casa de mi madre. Como veis tiene lineas rectas y diseño sencillo. La parte superior es de un veteado de color verde muy clarito que le daba un toque diferente y algo retro, como quería conservar esa zona, para buscar un contraste, decidí que el cuerpo podía ir pintado de amarillo, en concreto usé una pintura satinada al agua color amarillo mostaza.
Me gusta usar pinturas al agua porque luego cuando acabas la limpieza de los utensilios es mucho más sencilla, una vez me confundí y compre una pintura roja con base de disolvente, ese día no usé guantes para pintar y cuando fui a limpiar los pinceles debajo del grifo del lavabo,metí, sin pensarlo, la mano en las cerdas para limpiarlas, me costó horrores quitarme el rojo de las palmas de la mano, parecía que había hecho una matanza en el baño, y aún hoy hay algún resto de pintura por la casa. Desde entonces nunca más pinturas de ese tipo y por supuesto ahora siempre uso guantes!
El procedimiento en este caso simplemente fue lijar la superficie para que la nueva pintura se fijara bien, proteger con cinta las partes que no iban a ir pintadas (Como por ejemplo el interior del cajón), pintar las zonas más difíciles como los rincones, con un pincel y el resto con un rodillo de esmaltar de esos pequeños que venden en cualquier tienda de bricolaje y por último lijar con lija de grano fino para que el acabado sea suave, en este caso el lijado se hizo entre capa y capa.