La tarea de limpiar muebles, lijar y renovar el acabado es de las más sencillas y gratificantes que podemos realizar en el campo de la restauración. Por ello es un ejercicio muy recomendable como ‘bautismo de fuego’. Antes de lanzarnos a manipular muebles de primera calidad, haremos las prácticas con enseres humildes.
Un buen ejemplo para limpiar muebles fue la mesa de este reportaje. Es de fabricación reciente, sin embargo ha sufrido como suele decirse un considerable potreo, tras varios años como mesa auxiliar en el cuarto de estudio de un colegial. Tras su apariencia humilde esconde una madera de buena calidad, que sacamos a la luz con gran deleite.
He aquí el aspecto inicial de la mesa, bastante desmejorada sobre todo en la parte superior, como es habitual en las mesas. Para sondear el terreno y decidir los utensilios de lijado, hemos hecho ya la cata para limpiar muebles en el borde derecho, con lija de grano medio y lana de acero.
Aquí estamos realizando cuidadosamente la cata de limpieza. Recordemos que hay lana de acero con diferentes consistencias, la más fina y suave es la número 000.
Una vez verificamos el alcance del lijado con los diferentes materiales, comenzamos la tarea tratando toda la superficie con un taco de lija de grano medio. Seguidamente repasamos con una lija mucho más fina, del número 220
Proseguimos la limpieza con lana de acero, del número 00.
Tras sopesarlo, hemos decidido conservar la mancha azul de tinta, dado que es un vestigio muy típico en los muebles antiguos de despacho. Además, el pigmento ha penetrado mucho en la madera, y para eliminar el cerco sería necesario rebajar varios milímetros toda la superficie.
Con lana de acero de la variedad extrafina, la antes citada del número 000, concluye la fase del lijado. Podemos ver el gratificante resultado conseguido en una hora corta de faena.
Aplicaremos un aceite de linaza sueco, que tiene características especiales de transparencia y aroma, por su gran riqueza en ácidos oleicos. En la primera aplicación, mezclaremos a partes iguales el aceite de linaza con esencia de trementina.
La mezcla es instantánea, no hace falta esperar. Conviene hacer estos preparados en un frasco que tenga tapa hermética, de esa forma conservaremos el producto sobrante.
Humedecemos bien la muñequilla, y damos pasadas sobre la madera en el sentido de la veta. Repetiremos varias veces la aplicación.
Transcurridas 24 horas, repetimos el proceso, ahora sólo con aceite de linaza, sin mezcla de esencia de trementina.
Finalmente, dejaremos secar otro día completo, y daremos la tercera mano, de nuevo con aceite de linaza puro. De esta manera tan sencilla, nuestros cuidados han devuelto la lozanía y el brillo a una bonita mesa, nutriendo la madera y evitando que prosiguiera el deterioro.