Hola hola!, ya estamos de nuevo aquí, viernes, un finde más para poder disfrutar y relajarnos en casa, bueno, nosotros en casa no porque como ya sabéis, estamos con el parquet y es un lío. Tenemos la casa patas para arriba, todos los muebles en la escalera, la bañera parece un baúl de almacenaje y bueno... un montonazo de cosas más pero bueno, por fin, hemos sacado un poquito de tiempo para hacer un pequeño tutorial.
Ya sabéis que desde que nos mudamos no tenemos taller (de momento, algo se está cociendo), y entre eso y que todo está patas para arriba, es muy difícil encontrar donde están las cosas y tener un lugar que no esté lleno de polvo ni de trastos para ponerte a trabajar. Pero por suerte, hemos bajado a casa mis suegros y allí, he podido hecharle mano a este pequeño pupitre que rescaté en su día de un contenedor, (ya sabéis que allí se encuentran unos tesoros fantásticos)
A parte, también tenía muchas ganas de ponerme manos a la obra y enseñaros pequeñas novedades que voy probando y que me tienen maravilla y una de ellas son las pinturas chalk de Folk Art. Sin duda alguna son una maravilla y tienen una gama de colores preciosa y muy muy fiel al color del bote. Tengo que decir que en ese aspecto son las mejores que he probado, ya que normalmente encontrar una chalk que tenga colores vivos es muy difícil, pero esta se supera sin duda alguna.
Como os decía hay una gama extensa de colores y además todos son preciosos pero esta vez, nosotros hemos elegido dos colores de tonos muy suaves para el DIY de hoy. Un blanco y un verde-gris. Pero tranquilas que poco a poco os iremos enseñando más colores porque seguro que no va a ser lo último que pintemos con esta pintura. Así que nada, no me enrollo más y vamos al tutorial de hoy!.
Así estaba el pobre pupitre cuando lo encontramos, sucio, lleno de termitas, etc... así que lo primero que hicimos fue desparasitarlo y cubrirlo durante tres semanas. Una vez lo pudimos destapar, le pasamos una lija y le quitamos el polvo. Ahora ya estaba listo para meterle mano!
Como bien os he dicho en esta ocasión elegimos dos colores de tonos muy suaves. Primero, pintamos todo el mueble de color blanco. Hay que tener cuidado con esta pintura porque cunde muchísimo, y más vale darle dos capas finas que no una y con mucha pintura ya que el resultado no es el mismo.
Una vez seca la capa blanca, nos pusimos con la segunda, esa vez con un verde-grisaceo muy bonito. Sin duda alguna, creo que va a ser un color que va a tener muchísimo éxito porque es precioso y además combina muy bien con cualquier otro color. De éste, también le dimos dos capas finas, tanto por fuera del pupitre como por dentro, la cuestión era dejarlo todo bien uniforme. Después de que estuviera seco, le pasamos una lija pero sin lijar demasiado ya que no queríamos ningún efecto desgastado.
Por último, le pusimos la cera. Tengo que decir que estuve super tentada a ponerle la cera oscura, pero al final, me decidí por la cera transparente. Para su aplicación use un pequeño trapo de algodón aunque también se puede extender con pincel. Una vez seco, solo hace falta frotar con el paño para sacarle el brillo.
Y listo!!, Así ha quedado el pequeño pupitre restaurado. Ahora solo nos queda buscarle un bonito rincón en la nueva casa para que luzca bien. Perdonad por las fotografías pero es que no ha parado de llover en todo el día y la luz era muy pésima.
Como véis, al pinar primero de blanco, lo que hemos conseguido es que las pequeñas imperfecciones se vean de ese color en lugar que de color madera.
Y a vosotras...
¿Os ha gustado el cambio que le hemos dado?