Julio nos la trajo después de estar casi un año a la intemperie con daños muy graves tanto en la estructura como en el tapizado. Este es su último pase, y en el que se convirtió en protagonista para siempre.
Alfredo (tiene gracia que se llamara también Alfredo el personaje que hacía de montador en la cabina de cine en la película), fue desmontando las piezas del asiento y el respaldo para empezar a trabajar en la restauración de la estructura.
Desmontamos el travesaño inferior del respaldo y sacamos el panel trasero del respaldo, lo que nos deja a la vista los dos tornillos pasantes que sujetan los laterales al respaldo.
Destapizamos el terciopelo, la arpillera y la crin vegetal que hay en el interior hasta dejar el bastidor limpio para volver a empezar de cero.
Vemos que uno de los tornillos pasantes ha desgarrado parte del bastidor exterior que sujeta el respaldo a los laterales. Reintegramos con resina epoxi hasta igualar al original.
En conjunto todas las piezas que han estado expuestas al sol y la lluvia presentan grietas y manchas. Primero reintegramos y por último hacemos una limpieza a fondo tras la restauración.
Tras retirar el terciopelo del asiento como se puede ver en la imagen, el interior está enmohecido, con todos los muelles oxidados. Desmontamos completamente para tratar la estructura.
Retiramos los restos de óxido de todas las piezas metálicas con bisturí y damos paralizador de óxido. En la imagen izquierda vemos como la mitad de los muelles ya están oscuros por la reacción.
Una vez atados los muelles tal como os explicamos en el taller de tapicería cubrimos con lona aragonesa y cosemos las armillas para meter la crin nueva.
Cuando ya tenemos la crin bien sujeta en cada armella colocamos de nuevo una pieza de arpillera y basteamos para repartir bien la crin y eliminar posibles bultos.
Ya solo nos queda hacer un enfundado con guata para dar forma al asiento y esquinas.
Antes de colocar la tela definitiva damos varias manos de cera de azahar toda la superficie de madera para nutrirla y en profundidad y darle elasticidad, estaba muy seca.
Parece increíble lo que una buena cera puede llegar a cambiar una pieza de buena madera, todas las vetas se revelan con profundidad y al pulir queda un tacto suave y sedoso.
Presentamos la tela y cosemos un vivo sencillo al bies para rematar la parte superior.
Para el asiento seguimos exactamente el mismo patrón que tenía la butaca original, las mismas esquinas y en la parte trasera tapamos las tachuelas con otro vivo, esta vez hueco para que apoye bien la butaca al abatir el asiento.
Da gusto verla tan saneada y bien montada. El apoyo de los brazos está tan pulido y suave que dan ganas de sentarse y volver a escuchar a Alfredo, esta vez el de la peli, cómo dice aquello de “Hagas lo que hagas ámalo, como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño”.
.