La intención era tapizarla por dentro, incluso viendo millones de ideas en Pinterest (podéis ver el tablero aquí si queréis), pensé en pintarla pero... por primera vez, quise conservar el sobre tal cual y también lo de dentro: tan solo le di un cambio visual. Cierto es que lo de dentro estaba pasado de moda pero me dio hasta pena cuando empecé a arrancarlo porque estaba tan bien conservado que pensé otra cosa. ¿La razón? Pues que realmente, todo estaba en perfecto estado. Además, creo recordar que siempre se almacenaron telas y retales así que nunca se manchó realmente. Aquí va el paso a paso de la transformación... Exterior: limpié con vinagre y froté con delicadeza para no agredir el cuero. Luego, para protegerlo, apliqué cera incolora con pistola de calor.
En el interior: limpié con amoniaco para refrescar un poco y lo dejé secar toda la noche. Luego, saqué todas las telas que tenía en el baúl para elegir con cual iba a forrar la maleta. Encontré una tela de lino rústico maravilloso que habían sido unas mini-cortinas que mi madre bordó hace muchos años cuando vivíamos en la Provenza; recuerdo que las había colgado en unos estantes.
Como la tela existente estaba impecable, he utilizado la pistola de silicona para pegar el lino encima; para adornar un poco, he rodeado el fondo con una cinta de lunares (tipo washi tape pero en tela).
La maleta es ideal para guardar todos los utensilios y chismes para manualidades en su interior.
Aquí va el resultado en imágenes.
Y con todo esto, me paso por los frugales de Marcela... ¡Feliz Viernes! Anne
anne charriere