1. La temperatura. Conseguir la temperatura ambiente ideal y mantenerla es fundamental. Así, debemos recordar que lo adecuado está en los 18º-22º, pues un ambiente demasiado frío o demasiado cálido puede provocar microdespertares, que nos impidan realizar un correcto descanso. En cualquier caso, es importante saber que es más saludable pasar frío que calor.
2. La ventilación. Una vez más recordamos la importancia de ventilar la casa y, por supuesto, los dormitorios, cada mañana durante al menos 5-10 minutos. El objetivo es renovar el aire y reducir la humedad interior. Además, si la ventilación es cruzada, es decir, abriendo ventanas situadas en lados opuestos de la casa, mucho mejor.
3. La humedad. Los niveles correctos de humedad se sitúan entre el 50% y el 70%, pues un ambiente seco va a dificultar la respiración. Por ello, en caso de ser necesario podemos hacernos con unos humidificadores.
4. La iluminación. La oscuridad siempre va a ayudar al descanso y a la relajación. Además, las luces artificiales van a afectar al sueño, siendo este mucho más ligero, lo que impedirá que descansemos correctamente.
5. Aparatos electrónicos. Los campos electromagnéticos que pueden generar ciertos dispositivos enchufados en las proximidades de la cama pueden alterar el sueño. Por eso es mejor dormir alejados de ellos o desconectarlos.
6. La cama. A la hora de escoger la cama debemos valorar, sobre todo, la calidad de dos elementos: el colchón (debe ser transpirable, evitar la dispersión de calor, sostener el cuerpo en la posición correcta y ser higiénico) y las almohadas (lo ideal es que permita mantener una posición natural).
7. El ruido. El exceso de ruido es uno de los factores que más pueden afectar al sueño y un importante causante de los problemas de insomnio. Por esa razón el aislamiento del dormitorio es fundamental, así como contar con unas buenas ventanas.
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