
1. Si juntamos lo que consumen la lavadora, el televisor y el lavavajillas, podemos dar con la cantidad aproximada de energía que consume por sí solo el frigorífico. Se trata del electrodoméstico que más electricidad gasta de toda la casa, por lo que hacer un uso eficiente del mismo es imprescindible: cuidado con dejar la puerta abierta, evitar tenerla abierta durante mucho tiempo y abrirla muchas veces seguidas, no meter alimentos calientes que puedan forzar el proceso de enfriado... Además, plantearnos la opción de un frigorífico considerado como eficiente, con etiqueta A+, supondrá un mayor gasto al principio, pero se verá amortizado con el tiempo.
2. A la hora de escoger el tipo de placa, debemos saber que las de inducción son las más eficientes del mercado. Incluso hablamos de un ahorro del 20% en la factura eléctrica. Por su parte, si tenemos cocina eléctrica podemos aprovechar el calor residual de la placa, apagándola unos minutos antes de terminar. Dejará de consumir luz pero seguirá cocinando.
3. Cuando cocinamos al horno, es común abrirlo de vez en cuando para ver cómo va nuestra comida, provocando una pérdida del 20% del calor acumulado en el interior. Por esa razón, vamos a evitar abrirlo. Además, podemos cocinar diferentes alimentos a la vez y, al igual que pasaba con las placas eléctricas, apagar el horno antes de que está completamente hecha la comida, para aprovechar el calor residual.

4. El lavavajillas es mucho más eficiente que lavar a mano, pero siempre y cuando este esté al tope de su capacidad. Además, no debemos olvidar poner programas cortos o ecológicos. Por su parte, cuando tengamos que aclarar los platos antes de meterlos, deberemos usar agua fría.
5. Por último, un truquillo para cuando estamos cocinando es emplear las tapas de las sartenes y ollas. Con ello estaremos ahorrando hasta un 25% de la energía. Además, debemos elegir utensilios que tengan las mismas medidas que los fuegos de la vitrocerámica, para impedir pérdidas de calor, así como recipientes con fondo grueso, para repartir mejor el calor. Para que nos hagamos a una idea de la diferencia, según IDAE, una olla con un fondo que difumine mal el calor y sin tapa necesitaría 850 W para llevar a ebullición un litro y medio de agua, mientras que una olla a presión con fondo grueso usaría tan solo 150 W.
Aquí encontraréis más consejos para ahorrar en casa...