Os enseño el mueble antes de pasar por mis manos:
Que no es que quedara mal, pero como tenía yo ganas de transformarlo. Así que le dí un par de capas de gesso blanco, para sellarlo y además, para estar segura de que no prefería dejarlo en blanco y no atrerverme con el azul.
A los cajones también les dí una capa de gesso, pero sin esmerarme, porque ya que el mueble no lo iba a decapar, el dejarlo así le quitaría una uniformidad no deseada.
Así que tras dos capas de azul en lo que es el armazón, y una capa en los cajones quedó así:
Ah, y cómo no, barniz en spray y cera para muebles, para proteger la pintura... La cera se la doy porque si no, con un golpe se descascarilla la pintura, aunque esté barnizada. De hecho, si quisiera lijar las esquinas para darle un toque shabby, tendría que haberlo hecho antes de aplicar la cera.
Y ya colocadito en su sitio, con las fundas de los cajones puestos:
Debo confesar que cuando mi marido lo vio en la terraza tuvimos este diálogo:
-¿Al mueble le queda por hacer, verdad?
- No, ya está terminado - respondí con miedo..
- Bueno, también es tu casa, si a ti te gusta...
Madre mía, es la primera vez que mi marido opina algo sobre mis tunéos y decoraciones... Y es que quizá sea un color no muy de dormitorio de matrimonio, pero hace que la pieza resalte, que el azul es el color de los detalles de esta habitación, y así se le da un cierto protagonismo.
¿Qué os ha parecido?
No os penséis que he abandonado mis objetivos de cambios en casa, es que son tantas las cosas que van surgiendo que lo llevo un poco desordenado, pero el miércoles os enseño cambios en mi baño.
Que paséis una feliz semana!
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