Al final de la calle que bajo en coche camino del trabajo hay unos contenedores de plástico y cartón. Una tarde de este verano junto a ellos me sorprendió ver una mesilla vieja, aparentemente "sana". Alta, estrecha, no muy grande y... la miré... y ella me miró ... y la eché al maletero.
Os la presento. Aquí una mesilla, aquí un seguidor.
Una inspección más a fondo me descubrió que estaba en bastante buen estado, limpia, sin grandes magulladuras a excepción de que le faltaba un embellecedor frontal a ras de suelo y que una bisagra de la puerta estaba un poco suelta. Nada que no tuviera solución.
Lo primero fue un refregón con agua y jabón, seguido de un buen lijado a cargo de mi hijo y después pintura blanca y brocha y más brocha. A excepción del interior del ornamento frontal que lo pinté con pintura negra de pizarra el resto es chalk paint blanca Xylazel, de la que compré en Leroy Merlin.
Una vez pintada y seca saqué de nuevo la lija para frotar algunas áreas del mueble, insistiendo en los relieves, bordes y esquinas buscando la impresión de desgaste y roce típicos de las piezas muy viejas y trasteadas. Este fue el resultado.
Lo que era y lo que es
No podía dar paso a mi post sobre lo que hice este último fin de semana sin haberos enseñado primero este trabajito ya que uno se apoya en el otro. Espero que os haya gustado el cambio. A mí me parece que el resultado es un mueble de lo más coqueto y chic.