¿Pero cuándo y por qué se puso de moda esta técnica? La respuesta la encontramos en los años 60’, cuando se empezó a producir un gran desplazamiento de personas de los pueblos al centro de las ciudades. Para el mercado inmobiliario significó la necesidad de crear rápidamente nuevos barrios con viviendas orientadas a la clase obrera y de ágil construcción. El resultado fueron viviendas que sufrían algunos desperfectos, los cuales se intentaron cubrir con el gotelé.
De este modo, ya podemos adelantar que la respuesta es SÍ, el gotelé tiene ventajas y, la verdad, algunas bastante jugosas y atractivas:
- Es la solución definitiva para ocultar o disimular desperfectos en la pared, desniveles, golpes, paredes poco rectas... ¡No hay duda!
- Son mucho más resistentes: una pared lisa será como un lienzo en blanco para manchas, raspones, roces de los muebles... Y por ese motivo, si tenemos niños en casa, es la alternativa más duradera y eficaz.
- Como consecuencia de estas dos ventajas, la pintura de las paredes de gotelé dura mucho más tiempo en buen estado. Y no solo eso, sino que, a la hora de pintarlas, si no somos profesionales, es más fácil conseguir un buen acabado en una pared de gotelé, ya que en una lisa podremos ver los posibles brochazos, zonas donde la pintura no ha ‘calado’ tanto...
- Desde el punto de vista de la limpieza, las paredes con gotelé disimulan mejor, pues la suciedad se nota menos.
Todo ello hace que mucha gente realmente llegue a arrepentirse de su decisión de quitar el gotelé de casa (y ya no solo por la inversión económica que hay que realizar para ello). Sin embargo, hay un gran CONTRA que pone en riesgo la permanencia del gotelé en nuestros hogares: es mucho menos decorativo y mucho más inflexible.
¿Y a qué nos referimos con inflexible? Fácil, no paramos de ver imágenes llenas de inspiración para decorar paredes con papel pintado, vinilos... Opciones decorativas que se ven más limitadas cuando nos enfrentamos a una pared rugosa. Y todo hay que decirlo, estéticamente, cuando entramos en una habitación a estrenar y vemos una pared lisa y recién pintada, el efecto no tiene comparación.
Por eso muchas personas se plantean retirarlo de sus hogares y, en este sentido, lo más importante es conocer el tipo de gotelé que tenemos ante nosotros, para determinar el procedimiento adecuado para quitarlo:
- Gotelé al temple: es el más común, absorbe mucho la humedad y es más fácil de retirar (mojando la pared y retirando con una espátula).
- Gotelé con pintura plástica: el fondo es de temple, pero lleva encima diferentes capas de pintura plástica. Es más duradero y se puede limpiar con facilidad, pero es más difícil de quitar.
- Gotelé plástico: tanto la base como la pintura es plástica y, por lo tanto, es más duro y difícil de quitar, así que se suele cubrir en vez de rascar.
Si queréis conocer mejor el procedimiento para retirar el gotelé, solo tenéis que entrar aquí.
¡Nos vemos en el próximo post de Vivienda Saludable!