Los materiales a utilizar son fáciles de conseguir: una maceta de plástico, tapones de corcho en cantidad suficiente, cola de contacto, una buena cuchilla, paciencia, algo de imaginación y, para terminar el trabajo, un poco de barniz.
Cortando el corcho.
Para empezar lijamos suavemente la maceta para que luego agarre bien el pegamento. También dedicamos un rato a cortar los tapones de corcho según el diseño que hayamos decidido, una vez tengamos todas las piezas necesarias comenzamos el montaje.
Pegando los corchos.
Con una brocha o espátula rallada aplicamos la cola de contacto en la maceta y en una de las caras de las piezas de corcho. Hay que dejar que seque la cola hasta que no este mordiente (seguir bien las indicaciones del fabricante) y entonces vamos pegando uno a uno los corchos presionando fuerte con las manos, esta cola agarra muy rápido así que hay que procurar que quede bien en su sitio a la primera.
Resultado final.
Para terminar es bueno darle una capa de barniz así esta mas protegido el trabajo y coge un poco de brillo.
El resultado es bonito a la par que practico ya que al ser el corcho un material aislante protegerá algo a las raíces de nuestras plantas.
Un trabajo DIY sencillo y en el que también puede colaborar toda la familia (con las debidas precauciones).