La pintura suele ser el material que recubre las paredes de toda la casa, sin embargo, las de cocinas y baños, son la excepción, ya que están cubiertas de azulejos. En ellos se acumula suciedad y, aunque los limpiemos a conciencia de forma habitual, con el paso del tiempo, las juntas se van deteriorando. La cocina adquiere entonces un aspecto más descuidado y envejecido.
Es el momento de llevar a cabo una pequeña reforma en dos de las estancias más importantes y utilizadas del hogar. Aunque podemos recurrir a profesionales, nos ahorraremos la espera si nos ponemos manos a la obra.
Cambiar esta pasta que se ubica entre azulejo y azulejo es muy sencillo, y además, nos puede servir también para dar un cambio de aire a la estancia, aplicando colores frescos y atrevidos. Será una tarea que realizaremos en poco tiempo y con materiales básicos.
No son necesarios ni una gran obra ni amplios conocimientos de albañilería. Tan sólo necesitamos una llana de goma o una brocha, un rascador, pasta de rejuntado, una esponja y esparto.
Preparamos la pasta de rejuntado mezclando el polvo y agua, siguiendo las instrucciones del fabricante. Podemos comprarla blanca y, si queremos, aplicar tintes, o adquirirla de color.
Ponemos la pasta en la llana.
Aplicamos la pasta a los azulejos, haciendo presión, de forma que se introduzca en las juntas.
Comenzamos a limpiar la superficie con la misma llana de goma.
Mojamos la esponja en agua y escurrimos bien.
Limpiamos los azulejos con la esponja hasta lograr el grosor de junta deseado. Dejamos secar bien durante unas tres o cuatro horas.
Una vez transcurrido el tiempo indicado, terminamos de limpiar la superficie con el esparto.
El resultado es digno de los mejores profesionales.