Y así fue, no tardó en aparecer la primera de ellas.
Lo primero que había que hacer era quitar las muchas capas de pintura que se habían ido acumulando a lo largo de los años. Para ello, hubo que decaparlo utilizando una pistola de aire caliente en vez del decapante químico debido a la dificultad que presentaba por la cantidad de capas y la calidad de la pintura utilizada.
Después de lijar para alisar la superficie, lo volví a pintar de blanco con una imprimación dándole varias capas y lijando con una lija fina entre capa y capa insistiendo más en algunas zonas donde las rozaduras son más evidentes y dándole así un efecto antiguo y desgastado.
El resultado final, un original cabezal para mi cama.
Pero me quedaba otro porticón. He tardado varios años en encontrarle una utilidad al segundo, pero creo haber dado con una idea práctica y original.
En breve colgaré las fotos del resultado final de este segundo trabajo.