Para evitar la corrosión en anclajes y fijaciones debemos primero de comprobar meticulosamente los anclajes y las fijaciones expuestas a la intemperie es una sana costumbre. En este reportaje veremos que no basta con una somera inspección rutinaria, sobre todo en los elementos sometidos a constante esfuerzo. Pasados unos años, conviene desenroscar algún tornillo para examinar el estado de la parte inserta, la galga.
Este macetero rústico se fabricó hace años con tablas de palet, y siempre ha estado a la intemperie. En vez de un lasur a poro abierto se aplicó barniz, producto inadecuado para este caso, y el deterioro en la madera es evidente.
Sin embargo, el aspecto lozano de las fijaciones nos parece un inmejorable síntoma. Todo indica que podemos seguir tranquilos respecto a cualquier montaje de exterior realizado con estos tornillos.
No obstante, para asegurarnos procedemos a extraer un tornillo. A pesar de los años transcurridos, el pequeño pero bravo Ixus de Bosch lo desenrosca de una vez sin el menor titubeo.
Pero apenas asoma el tramo oculto del tornillo, su aspecto cambia de manera alarmante.
Y no era un caso único, aquí vemos tres tornillos sacados del macetero. Las cabezas están brillantes y lustrosas, pero el resto presenta óxido, que agravado por las solicitaciones mecánicas acortará la vida útil del tornillo. ¡Asegurémonos de que en nuestro jardín no hay fijaciones sometidas a corrosión!
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