Aprender a hacer una despensa bajo la escalera es una excelente opción para ahorrar espacio. Además que los alimentos y comestibles en general se presentan en envases de tamaño reducido, lo que facilita mucho su almacenamiento. Vamos a rizar el rizo y adaptar como despensa un hueco de los ‘antipáticos’, bastante común en las casas modernas: el espacio irregular y angosto debajo de la escalera.
Ya tenemos nuestro desafiante reducto, bastante limitado, y de altura menguante. Con ayuda del papel milimetrado tanteamos diversas soluciones: cajoneras, alacenas, estanterías, colgadores... Finalmente nos decidimos por un frente de estanterías en uno de los lados, que llegará casi del suelo al techo, y además sorteando una dificultad añadida: las dos alturas del hueco. ¡Manos a la obra!
Nuestra labor comienza sondeando las posibles opciones de almacenaje. Tras considerar los montajes más funcionales para una despensa, nos decidimos por un juego de baldas sobre guías metálicas ancladas en la pared. Este recurso ofrece mucha flexibilidad para colocar baldas, aprovechando todo el espacio disponible del suelo al techo. Las guías se compran en cualquier ferretería, y también en almacenes de hogar como Ikea, Leroy, Bricoking...
Nos traemos las baldas ya cortadas a la medida del almacén. Aquí vemos todos los materiales preparados.
Para las baldas escogemos un material muy ligero y resistente: contrachapado de 10 milímetros. Una despensa bien provista necesita baldas seguras, de modo que instalaremos en la pared de 1,60 metros cuatro guías verticales. Cada balda tendrá así cuatro soportes, lo que brinda eficaz sustentación para los numerosos botes, paquetes, bricks y latas.
Presentamos la primera guía, marcamos y la fijamos, dejando bajo la última balda espacio suficiente para poner en el suelo las botellas, garrafas y demás.
Utilizando una de las baldas como escuadra sacamos la posición de la segunda guía. Recordemos que los agujeros de los soportes donde apoyarán las baldas deben quedar a la misma altura.
Ponemos las guías segunda, tercera y cuarta, comprobando bien las marcas y taladrando sin desviarnos, para que las baldas apoyen correctamente en los cuatro soportes.
A fin de que las baldas sean más seguras, y no pueda caer un bote accidentalmente, añadimos listones a modo de baranda. Lo cortamos a inglete por el extremo visto para ganar estética, y los encolamos a las baldas presionando varias horas con las útiles pinzas de muelle.
Ajuste sobre el terreno: entrando en un lugar tan estrecho podemos golpearnos dolorosamente con la esquina de una balda, y para evitarlo redondeamos los extremos con la sierra caladora.
Así queda ahora el lado de la entrada. Las escuadras de metal se ajustan en las guías a la altura deseada, y tienen una pequeña aleta horizontal donde apoya la balda, para que podamos atornillarla.
Como en la parte más alta no hay problema de golpes, dejamos esas baldas sin recortar, y colocamos listones por los dos lados, bien cortados a inglete.
¡Trabajo concluido! Hemos aprovechado un hueco difícil habilitando una despensa muy práctica, con nueve baldas a dos alturas. La estructura es ligera pero muy resistente, y lleva fijaciones suficientes para trabajar muchos años sin que los materiales se resientan.