Y aunque a algunas personas les pueda parecer un sacrilegio, no pudimos resistirnos a realizar una intervención tecetera. A nuestro estilo (es decir, sobre la marcha...).
Escoger el color no fue difícil, coincidimos en que debía ser blanca. Después ya decidiríamos cómo seguir... Lo podéis ver en este paso a paso:
(Ayyy, que hay un error... El paso 1 y 2 están cambiados... Bufff, repetir el collage otra vez noooo)
1- Desmontamos las piezas de la camarera
2- Lijamos la superficie (el cromado no, porque estaba en muy buenas condiciones)
3- Un buen fregado y pulido del cromado y las ruedas (sigue notándose el paso de los años, pero han quedado mucho mejor)
4- Dos capas de imprimación y dos de esmalte blanco, lijando entre capa y capa
5- Aquí viene lo bueno: pasamos de la obsesión por el chevron, a los rombos. Así que hicimos un diseño y cubrimos con cinta de pintar lo que no queríamos pintar. Pintamos con la maravillosa pintura de oro.
6- Peero cómo veis, no es oro todo lo que reluce... O muy mala es esta cinta de pintar, o no sabemos qué falló... El caso es que la pintura se coló por la cinta, así que tuvimos que retocar con pintura blanca.
Una vez pasadas 24 horas, dimos dos capas de barniz en spray, y por último, volvimos a montarla.
El resultado sigue conservando cierto aire retro...
Y muy útil como mueble auxiliar para un rincón de trabajo.
¡Hasta la próxima intervención!