Recordemos brevemente que las arcas, arcones y baúles se consideraban a la vez “muebles de guardar”, además de bancos, reyes en su época porque gracias a sus duros herrajes eran piezas portátiles que permitían transportar grandes cantidades de enseres.
Como podéis ver en la imagen superior este baúl, o arca de pino tenía una grieta en la tapa de lado a lado, y por las marcas se ve que ha sufrido ya alguna restauración anteriior en esa grieta. Además presenta una ligera deformación que denota el peso soportado. Todos los procedimientos de restauración de esta pieza los teneís paso a paso en el cuaderno Nº6 Técnicas de Restauración I
También podemos ver faltas en la moldura del borde trasero de la tapa, probablemente por el uso, al igual que la falta de la sección superior de uno de los balaustres traseros.
Las patas estaban desencoladas y una de ellas además estaba dañada por un clavo, que irónicamente ni siquiera la sujetaba. Os lo enseñamos a continuación.
Es complicado intentar extraer un clavo de estas dimensiones pero no podíamos dejarlo ahí, no tiene ningún sentido y a la larga dañaría aún más la pata, no nos deja encolar con la verticalidad que necesitamos y lo más importante… no pinta nada, se trata de un mal procedimiento que hay que eliminar con un botador y un martillo. Posteriormente reintegraremos el daño.
Pero sin duda lo que más nos llama la atención es la suciedad y ese color marrón rojizo muy pero que muy rancio que eliminaremos una vez hayamos consolidado y retirado lo necesario.
Ya sabéis los que nos seguís habitualmente cómo proceder para retirar las molduras, en el cuaderno Nº 6 os lo explicamos todo con detalle.
Una vez numerado todo se coloca en otro soporte para su tratamiento de reintegración – limpieza – teñido – acabado, para posteriormente volver a colocar en su sitio.
En la imagen superior vemos parte de la impieza a la izquierda, dos balaustres a medio proceso y el soporte con todos los elementos decorativos del baúl para poder manipular la pieza con libertad.
Procedemos de igual forma con los herrajes, que llevan un terciopelo rojo “pisado” , probablemente en su origen en forma de rombo que ya han intentado eliminar quemando hasta donde llegaba el herraje.
Aflojamos en lo posible los clavos de manillas y cierres sin llegar a desmontar para evitar que se partan y poder extraer estos restos para su limpieza.
En la grieta de la tapa y la moldura superior procedemos de la misma forma. Limpiamos restos de antiguas colas, comprobamos que la grieta cierra sin fisuras presentando gatos y encolamos. Finalmente hacemos la limpieza, entonado y protección que podemos ver en la parte inferior de la imagen.
La grieta principal también recupera bastante por suerte, y es muy poca la reintegración necesaria para devolverle el aspecto final.
Esta sería la parte más dañada de la tapa tras su intervención.
También en esta zona hemos tenido que reintegrar parte de la moldura y del balaustre. Hemos decidido hacerlo creando el soporte necesario y aplicando resina epoxi que más tarde heos entonado al resto de la pieza como os hemos comentado en otros post.
La limpieza ha sido sencilla, pero no tanto eliminar ese tono rojizo que insistía en dominar y que hemos tenido que neutralizar entonando. Una vez dado el acabado es el momento de volver a montar los elementos decorativos donde corresponde.
Este es el aspecto final del lateral izquierdo. La limpieza de herrajes se hizo como ya os hemos comentado en otras entradas, y que podéis encontrar paso a paso en el cuaderno Nº4 Metales.
Trasera antes y después.
Y por último el interior. En la foto no se puede “0ler” la humedad impregnada en la madera, pero tras la limpieza aplicamos una deliciosa cera de mimosa hecha en nuestro taller, que neutralizó por completo el olor y conseguimos a la vez nutrir y perfumar.
Estamos encantadas con el trabajo y nos alegra aún más que nuestra querida Salomé lo pueda disfrutar. Gracias a todos como siempre por vuestros comentarios y aportaciones que SIEMPRE nos encanta recibir.