La temperatura más confortable para el ser humano en estado de reposo es de entre 18º y 20ºC. Si está trabajando la cifra desciende al intervalo comprendido entre 15º y 18ºC, según el tipo de movimiento y la intensidad con la que se realiza.
Para hacernos una idea, podemos comparar al hombre con una estufa cuyo combustible son los alimentos. Concretamente un hombre de 70kg equivale a una estufa que genera 105 Kilocalorías cada hora, cantidad que basta para hervir 25 litros de agua. Esta es la razón por la que cuando estamos muchos en una sala sube la temperatura. Cada persona que entra es como poner una estufa más, por esta razón es recomendable calcular la temperatura más confortable para el ser humano cuando se va a hacer la planificar un espacio cerrado
Imagen: Mirage floor/Flickr
Para calcular la temperatura más confortable para el ser humano debemos tener en cuenta lo siguiente:
- La mejor manera de calentar una sala, es instalar focos de calor moderado en las zonas mas frías.
- La humedad del aire debe estar entre el 50-60%.
- Cada persona contribuye con su respiración a aumentar la humedad, por lo que es importante ventilar cada día.
- Las plantas pueden ser una forma de equilibrar la humedad del ambiente en entornos húmedos.
Hoy en día hay sistemas capaces de controlar la temperatura, e incluso a veces la humedad del ambiente, optimizando a la vez la energía que se consume. Algunos de los ejemplos más demandados son el suelo radiante o el calor azul.
Para mantener una temperatura estable y correcta no sólo debemos elegir de manera adecuada los focos de calor, sino también asegurarnos de que ese calor se mantiene dentro de casa. Los cambios de temperatura de unas habitaciones a otras que se suelen producir en entornos con aislamientos deficientes son una de las principales causas de enfriamiento y exponen al cuerpo a alteraciones que nos impiden mantenernos en una temperatura confortable.
Para evitar estas pérdidas de calor es imprescindible que tanto muros como cerramientos exteriores comopuertas y ventanas estén bien instalados. Unas ventanas mal instaladas o de mala calidad pueden provocar grandes pérdidas de calor lo que supone un incremento importante en el gasto necesario para calentar la casa. Por ello, siempre es mejor elegir ventanas que no sean correderas, a ser posible de PVC y con doble acristalamiento, de esta manera te aseguras un aislamiento correcto que notarás en la factura de la calefacción al final de mes.
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