Cómo hacer un Belén de albañilería es todo un reto en estas Navidades todas las familias montan una pequeña y encantadora escenografía que presidirá la vida doméstica en estas fechas: el portal de Belén. Sencilla o lujosa, detallista o frugal, la entrañable maqueta nos reporta un sinfín de horas divertidas desde el mismo acopio de materiales, cuando salimos al parque o al campo en busca de piñas, ramitas y piedras que convertiremos en puentes, chozas, colinas, cercados.
Los amantes del bricolaje aplicamos en el Belén las diversas técnicas que conocemos bien gracias a los continuos trabajos del año: carpintería, electricidad, pintura. ?Has pensado que también la albañilería puede hacer acto de presencia, convirtiendo tu Belén en un logro espectacular? Es más sencillo de lo que parece, y vamos a explicarte cómo hacerlo usando mortero de verdad y piedras de mampostería.
La tarea empieza como siempre con el acopio de materiales, pero en vez de piñas y guijarros recogeremos piedras calizas amarillas, color muy adecuado para ambientar un establo de Judea. Se encuentran fácilmente en cualquier descampado, y escogeremos las que tengan un tamaño afín a las dimensiones de nuestro portal. El ejemplo que os mostramos es de escala 1:6, y de esa proporción hemos cogido las piedras. Verificamos su dureza sobre el terreno, y vemos complacidos que son tan recias como el hormigón prefabricado.
No olvides hacer un esquema
Todo trabajo serio en albañilería comienza por un croquis, de modo que hacemos un dibujo para tantear el aspecto general de nuestra obra. No hace falta detallarlo mucho, basta que nos sirva como referencia esquemática. Es una ayuda fundamental y no debemos prescindir de este paso.
Como base para el portal hemos dispuesto un tablero de 1,20 x 70 cm en el jardín, sobre un remolque que hará las veces de tribuna. Lo primero, como al construir una casa, es trazar las líneas a lápiz en la 'parcela', ayudándonos con la escuadra y usando un listón como regla. Ya tenemos las alineaciones, así que pasamos a los preparativos de la construcción. Regamos las piedras, para que no absorban el agua del mortero impidiendo su fraguado, y en seguida preparamos la mezcla. Es un mortero especial para mampostería, que se fabrica en varios colores para escoger según convenga al tono de la piedra empleada. Nuestra caliza es de un color frecuente en la península, habitual en muchas casas rústicas, y por ello el mortero amarillo es el más vendido. Lo encontraremos sin dificultad.
Como mandan los cánones, empezamos el trabajo por una esquina. Escogemos para la primera hilada las piedras mayores del lote, a fin de que el portal tenga buena base. Luego iremos estrechando el muro con mampuestos más pequeños a medida que subamos, generando así una estructura muy sólida. Echamos una hilera de pegotes sobre la tabla, y colocamos las piedras por el lado más plano, ajustándolas para que se llenen de mortero las oquedades. Ponemos el cubo en la misma tabla para trabajar con toda comodidad, y manchando lo menos posible.
Después de poner varias hiladas daremos por terminada la primera jornada, para que fragüe el conjunto y podamos completar las paredes sin riesgo de derrumbe. Dejaremos por la noche la obra cubierta con un plástico, para que no le afecten la lluvia ni el frío, y limpiaremos el cubo y la paleta.
Cómo hacer las ventanas
Al reanudar la construcción debemos humedecer ligeramente las piedras, labor que se hace cómodamente con un pulverizador de jardinería. Volvemos a preparar mezcla, y seguimos colocando mampuestos, usando ahora las piedras de menor tamaño que reservamos la víspera.
Un elemento muy atractivo de nuestro portal serán las ventanas. Además de la veracidad que aportan, permitirán muchos efectos de iluminación exterior, y por añadidura aligeran el peso de la fábrica. La parte decisiva de las ventanas es el cargadero, una viga de madera embutida en el dintel, con la función de aguantar el trozo de pared que hay encima. En cualquier taller de carpintería podremos llevarnos gratis los recortes de listón que necesitemos, incluso de maderas buenas. Los que aparecen en la fotografía son de roble.
Para envejecerlos, les damos un lijado, limamos los cantos y después los teñimos de color oscuro. En pocos minutos tendrán un aspecto añejo de lo más convincente.
El mortero también pega la madera, de modo que cuando hayamos alcanzado la altura pertinente a los lados del hueco, apoyamos la viga encima, y echamos mezcla en los extremos, moldeándola con la paleta hasta dejarlos embutidos en el muro. Una vez hecho eso, continuamos colocando piedras a todo lo largo, como si la viga fuera otra hilada.
Una bonita combinación para el pórtico
Hemos decidido variar la inclinación del tejado, para que también un adulto pueda ver le interior del portal cómodamente. Fabricaremos el pórtico con maderas, mezclando un listón de roble con sendas ramas de pino y jacaranda, que harán una gustosa combinación de texturas y colores con la piedra.
Fijamos el maderamen con adhesivo de montaje, asegurándolo si es preciso con cinta americana, bridas de electricista o cualquier otro método mientras el adhesivo hace su trabajo. En la base, a cada lado, también pondremos un zócalo de mortero con pequeñas piedras machacadas, para afirmar la estructura.
Una vez esté bien firme el conjunto, ya podemos abordar la ejecución de la techumbre. Usaremos ramas procedentes de la poda, que una vez peladas y cortadas servirán de convincentes troncos para el tejado.
Finalmente, atamos encima de las vigas una capa de brezo o similar, rematamos los detalles del acabado, ponemos una fina capa de tierra aplastada como suelo del establo, y ya tenemos listo nuestro portal de Belén. Sólo falta trasladarlo a su lugar definitivo, poner dentro las figuras y brindar con champán por el éxito de la obra. !Felicidades!