De este modo, su funcionamiento es similar a las calderas de baja temperatura, pero tienen la ventaja de que aprovechan la energía de los gases de escape, alcanzando con ello un rendimiento del 109%, mientras que las calderas convencionales se quedan en el 70-90%.
Otra de las ventajas que ofrecen las calderas de condensación es que pueden regular la temperatura en función de la demanda de energía del hogar, lo que se puede traducir en un ahorro de más del 25%.
Se trata de modelos aptos para sistemas de calefacción central de edificios, así como para viviendas unifamiliares, pisos... Además, son muy silenciosas, y su mantenimiento es rápido y muy sencillo. En cuanto a los gases que emiten, son menos contaminantes, y transmiten menor cantidad de CO2 que otros sistemas, debido a su sistema de combustión, su rendimiento y el bajo consumo de combustible.
Por todas estas razones, la instalación de calderas de condensación suele recibir subvenciones . De hecho, en España, a partir del 26 de septiembre de 2015 será obligatorio fabricar e instalar solo este tipo de calderas.
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