El brillo es la capacidad de reflejar la luz. Esta característica tan valorada también se relaciona con la resistencia a la suciedad: cuanto más brillo posea una pintura, menos posibilidades existen de que se manche. Según esta variable, hablamos de distintos productos: la pintura lustrosa es la más brillante y, también, la más resistente. Menos luminosidad presentan las semibrillantes, aunque son duraderas y fáciles de lavar. La satinada ofrece menor brillo, aunque su limpieza es también sencilla. Por último, la pintura mate no presenta iluminación, pero es la más indicada para cubrir imperfecciones.
Para elegir la variedad adecuada, tendremos en cuenta cuatro características básicas. En primer lugar, nos fijaremos en el pigmento que contiene, ya que éste afecta a la capacidad de cubrir y esconder imperfecciones. Si optamos por una pintura con tinte, consideraremos la conservación del color de la misma. Debe ser, además, resistente a la pulverización (formación de un polvo blanco sobre la superficie). Y, por último, es necesario que resista las ampollas, y con ello, evite la humedad.
Organízate la tarea
Como en cualquier otro trabajo de pintura, dispondremos de las herramientas necesarias: la cubeta, los rodillos, las brochas, los pinceles, alguna espátula y un par de guantes. Además, prepararemos una manguera, cepillos y una lija. También debemos proteger las zonas cercanas a la que vamos a trabajar, cubriremos las plantas, mesas, sillas y otro mobiliario que podamos tener en el jardín. No olvidaremos consultar el parte meteorológico, porque un día de mal tiempo puede interrumpir nuestro trabajo o, incluso, estropearlo. Tampoco conviene pintar bajo incidencia directa de los rayos del sol, por la mañana lo haremos sobre la zona oeste, y por la tarde en la cara este.
La superficie de trabajo debe estar limpia antes de aplicarle la primera mano de pintura. Por este motivo, fregaremos la zona con la manguera y un cepillo. Tendremos que eliminar todos los restos anteriores y otras irregularidades para conseguir un espacio liso. En el caso de que las paredes no estén muy dañadas, es posible lijarlas cuando la pintura que apliquemos haya secado. Si es necesario, repararemos los marcos de las ventanas y puertas antes de empezar con la fachada.
En ocasiones, es conveniente aplicar una base que facilitará que la pintura se adhiera. Lo primero que trabajaremos serán marcos y molduras, evitando cerrar las puertas y ventanas porque podrían mancharse y pegarse. Continuaremos pintando la pared, empezando siempre por su parte alta y con la ayuda de una escalera. Habrá que tener cuidado de no posar esta última sobre zonas ya coloreadas porque quedaría marca. Seguiremos por la zona inferior, para terminar por los cimientos.
Normas de seguridad y precaución
A la hora de hacer cualquier tarea del hogar, debemos asegurarnos que no existe peligro para nuestra salud. Aunque pintar una fachada pueda resultar sencillo, siempre puede ocasionarse algún contratiempo. Por ejemplo, debemos recordar que los materiales que utilizamos contienen, en la mayoría de las ocasiones, partes de disolvente o combustible que llegan a ser muy tóxicas. Por ello, el lugar debe estar ventilado, incluso, si sufrimos una exposición continua, usaremos una mascarilla.
Tendremos que evitar que los más pequeños se acerquen a zonas recién tratadas o a los materiales y herramientas. El contacto directo de la pintura con la piel puede provocar problemas cutáneos o reacciones alérgicas, y no sólo en los niños. Para evitar incidentes, taparemos los botes cuando no los estemos utilizando y los dejaremos en zonas donde no molesten o puedan llamar la atención de los chiquillos. También cuidaremos que nuestras mascotas se alejen de la pintura.
Para nuestra seguridad y la de los que nos rodean, nunca nos desharemos de la pintura sobrante como si de cualquier deshecho se tratara. Nos informaremos en cada Comunidad Autónoma de los reglamentos para eliminar este material. Si por el contrario estamos pensando en guardarla para posteriores usos será imprescindible seguir estos pasos: limpiaremos los bordes de los contenedores y cerraremos herméticamente; la almacenaremos en lugares donde las temperaturas no sean extremas.