Necesitaban una buena mano de lija, y cada una se puso con uno.
Imprimación para asegurarnos un buen agarre de la pintura.
Y el tono elegido, beig antiguo, el mismo que empleamos para la camarera velador, pero esta vez aplicado directamente sin mezclar.
Desde el primer momento tuvimos en mente hacerle algún adorno a cada cabecero. Pensamos en varias posibilidades, hasta que una cobró más fuerza. Guardábamos un pequeño retal de la tela que empleamos en arreglar este costurero puf. Se trata de un tejido bastante grueso con motivos de gran tamaño.
Cortamos cuatro motivos diferentes y dos a dos, los fuimos cosiendo...
... y rellenando de algodón hasta formar un pequeño acerico o mini cojín.
Por último, deshilachamos los bordes un poco, y cosimos unas tiras de cuerda rústica en medio de uno de los lados.
Tras tres manos de color, una de barniz y otra de cera, los cabeceros lucen así de renovados.
Y con su detalle decorativo que creemos les da un toque diferente.
Por una cara...
Por la otra...
Esperando ser instalados en el dormitorio de Lua.
Y con este trabajo nos despedimos hasta el lunes que viene. ¡Esperamos que os guste!
¡Que disfrutéis del fin de semana!