Sin embargo, no siempre es fácil, sobre todo cuando se viven ciertas circunstancias en casa, como que haya niños pequeños jugando por todas partes, mascotas, acumulación de trabajo externo... Por eso, la clave la vamos a encontrar en la planificación, ya que está demostrado que llevar un buen control es fundamental a nivel psicológico para liberarnos del estrés.
De este modo, va a haber ciertas pautas que nos van a permitir mantener la casa ordenada sin mucho esfuerzo, como, por ejemplo, dedicar cada día 20 minutos todos los miembros de la familia a las tareas básicas de limpieza de la casa, así como fijar un planning que nos permita diferenciar entre las tareas que debemos hacer diariamente o de forma semanal, mensual... Por ejemplo, podemos dejarnos guiar por planificaciones como esta:
En cualquier caso, lo mejor sin duda es establecer unos hábitos. Al principio puede resultar complicado, ya que siempre tendremos la posibilidad de caer en la tentación del "lo hago mañana", sin embargo, con el tiempo los asumiremos como costumbre y comprobaremos lo sencillo que nos resulta mantener la casa limpia y ordenada. ¿Y por dónde empezar? Aquí vamos a ver algunos posibles hábitos que os pueden servir de guía:
- Al llegar a casa, no dejar todo lo que nos quitemos por el medio: el abrigo, el bolso, el paraguas... Para ello, lo mejor es contar con el espacio de la entrada para almacenar este tipo de cosas: un zapatero, un perchero, un baúl...
- Los pequeños detalles a veces marcan la diferencia, y algo tan sencillo como tener una bandeja o accesorio para dejar las llaves al llegar a casa nos impedirá tener que sufrir después la temida búsqueda de las llaves perdidas. ¿Qué os parece si, además, lo hacemos nosotros mismos con hojas secas o con madera?
- 'Cada cosa en su lugar'... Si tenemos claro dónde va cada cosa, será mucho más fácil mantener el orden. Esto es un básico, por ejemplo, en la cocina.
- Si limpiamos cada estancia después de cada uso, evitaremos que se nos acumule el trabajo: limpiar la vitrocerámica después de cocinar, pasar un paño por los cristales después de ducharnos, recoger la mesa y fregar los platos después de comer...
- Sacar el máximo partido al tiempo. ¿Cómo? Por ejemplo, mientras tenemos algo cociendo en el fuego o haciéndose en el horno, podemos aprovechar para ir barriendo el suelo, recoger la encimera...
- Aunque parezca mentira, reducir nuestra capacidad de almacenaje también implica ser más ordenados. ¿Por qué? Pues porque al no tener dónde guardarlo, no tendremos más remedio que tirar todo lo que no usemos y evitaremos así el acumulamiento innecesario.
- Cuando nos cambiamos de ropa, lo mejor es guardarla directamente o dejarla en el cesto de la ropa sucia. Así, en este sentido es importante el orden de los armarios, ya que nos será mucho más sencillo devolver cada prenda a su lugar.
- Como hemos dicho, dedicar 20 minutos al día a las tareas cotidianas reduce el esfuerzo dedicado al mantenimiento de nuestros hogares: barrer el suelo, tirar la basura diariamente, recoger los platos, hacer las camas... Así, si contamos con la ayuda de toda la familia e inculcamos a los niños desde pequeños la importancia de colaborar, la efectividad de todo esto se verá multiplicado con creces.
Y recordad que podéis encontrar mucha más información sobre el orden en casa en nuestra página web...
Fuentes: Enríquez, C. R. (2007). Economía del cuidado, equidad de género y nuevo orden económico internacional. Del Sur hacia el Norte: Economía política del orden económico internacional emergente, 229-240.
Vida en positivo. Inma Torres