Tener un portalibros para tu cocina es una manera muy práctica de facilitar la lecturas de tus recetas. La cocina es una afición que todos practicamos, en mayor o menor medida. Por ello, los libros de recetas hoy día han revalidado su función de consejeros imprescindibles en el hogar. Uno de los manuales más prestigiosos es el clásico 1.080 recetas de cocina, de Simone Ortega, que va por los tres millones de ejemplares vendidos.
Acaba de salir una edición especial ilustrada en un volumen de buen tamaño, un portalibros para tu cocina va a ayudar a facilitarlo a tenerlo abierto mientras seguimos paso a paso las instrucciones de elaboración. Se impone fabricarle un expositor individual para colgarlo en la pared, de esa forma tendremos cerca el recetario, y a la vez ganamos un cálido elemento decorativo en la cocina.
El famoso libro de Simone Ortega, en una edición especial ilustrada. Es el mejor manual de cocina que podemos tener, un magnífico aliado para el amante de los fogones. Como lo usaremos continuamente, queremos tenerlo a mano, y a la vez protegido, por ello vamos a hacerle un aparador individual. Acompañamos a realizar un portalibros para tu cocina.
Las herramientas sobre las que recaerá el mayor peso de la tarea: gramil, dos sierras japonesas y la escuadra combinada. En el taller encontramos varios listones apropiados para hacer el marco, de los que seleccionaremos el más idóneo.
El marco frontal llevará rústicos ensambles a media madera, en vez de ingletes.
El marco es la pieza decisiva del humilde expositor, y para hacerlo perfectamente plano encolamos los ensambles sobre un recio tablero. Hemos puesto un plástico para evitar que la cola rezumante provoque adherencias indeseadas.
La tapa de una caja de dulces artesanos, que habíamos conservado para aprovecharla algún día, va a tener por fin una misión acorde con su origen.
Lijamos meticulosamente la cara interior, que hará de fondo.
La realización del marco frontal, con malla de gallinero.
Recordemos que en los elementos de tamaño reducido debemos extremar el cuidado en las mediciones, el marcado y los cortes. Los errores, por pequeños que sean, quedarán muy en evidencia.
Montamos la caja con puntillas y resina epoxi. Tras el secado, lijamos para igualar.
Antes de dar cera artesanal, le ponemos al dorso las pletinas para colgarlo.
Y finalmente aquí tenemos a nuestro mejor ayudante de cocina, en un soporte exclusivo abierto por el frente, que deja todo el protagonismo a la portada. El rebaje semicircular de arriba permite coger el libro cómodamente. Lo hemos colgado en un rincón sobre la encimera, dominando el panorama de las sartenes y los pucheros.