Por ejemplo esta caja, que llegó repleta de suculencias a cada empleado de una prestigiosa firma de Internet. Es de madera, y tiene una pinta magnífica con su robusto aire ferroviario. Vamos a comenzar el año con un saludable ejercicio de ahorro, convirtiéndola en un pequeño aparador de vinos, incorporándole una puerta de malla de gallinero. !Manos a la obra!
Su tamaño es adecuado para hacer una caja para vinos y guardarlos apropiadamente. Nuestra caja horizontal pasará a ser aparador vertical, y la trampilla superior dejará paso a una puerta frontal.
Para la puerta de malla ante todo necesitamos un sólido bastidor, cuyo montaje es casi idéntico al del marco para un cuadro. Primero lijamos el listón.
Hacemos los cortes a inglete con la guía y el serrucho de costilla. Como vemos, el listón es mucho más claro que la caja, de modo que al final lo teñiremos.
Siguiendo el consejo de los buenos carpinteros, no medimos sino que marcamos. Una vez obtenido el primer listón, lo llevamos sobre el segundo.
Una vez repasados con la lija de taco, así quedan los extremos de los listones que irán unidos a inglete. Uno de los listones tiene una anchura irregular, de modo que lo igualamos fácilmente con unas pasadas del cepillo.
Para que la fina pared de la caja admita las bisagras que hemos escogido, debemos darle más cuerpo. Nada más fácil: encolamos y le pegamos un listón, más fino que los utilizados para el marco. Ahora ya tenemos un firme ?dintel? para atornillar las bisagras.
Presentamos la bisagra sobre el marco de la puerta, a fin de hacerle un cajeado a la medida con el formón. De esa forma la puerta quedará igualada, encajando por los cuatro lados. El secreto de los trabajos con el formón es no precipitarse: mejor sacar tres finas ?lonchas? que una tosca ?rodaja?. Decidimos sacar un poco la bisagra. Así quedará más conspicua, reforzando el carácter rústico y campero de la pieza.
Fácilmente ?cosemos? la malla de gallinero por la parte interior, utilizando pequeñas grapas. Así hemos obtenido una puerta ligera pero muy firme.
Atornillamos las bisagras en el lado de la caja que previamente habíamos reforzado con el listón.
Teñimos el marco de la puerta con betún de Judea, y para igualar damos también una mano a toda la caja. Nuestra pequeña transformación ha sido un éxito. La caja ahora está ya casi terminada, en ese bonito color.
Y finalmente escogemos el sitio más adecuado en la cocina, con acceso cómodo y a resguardo del sol directo, que podría perjudicar nuestros vinos.