Desde siempre me han gustado lo que en mi familia llamaban "zarrios", cosas viejas que habían dejado de usarse y que, en el mejor de los casos, iban al doblao de la casa, porque lo normal es que fueran a la basura.
Con el tiempo, esta afición se ha convertido en verdadera pasión, y dedico buena parte de mi tiempo libre a recorrer mercadillos de segunda mano para comprar muebles y objetos viejos que luego restauro y vuelvo a poner en valor. Y digo viejos, que no antiguos, porque me inclino por los cacharros que tienen entre 50 y 100 años, que son menos valiosos que las antigüedades pero que me gustan cien veces más. En portugués hay un término que define muy bien estos objetos: velharias, que se podría traducir por antigualla.
Quiero agradecer a Alicia García, restauradora de Badajoz, todos los conocimientos que en estos años he ido adquiriendo en su taller, un sitio donde no sólo se aprende (que se aprende y mucho) sino también donde relajarse mientras trabajas y echar unas risas. Y a mi hijo Daniel, que ha tenido muuuucha paciencia con mi desconocimiento de las redes sociales y el Photoshop.
Espero que el blog cumpla su cometido y que os gusten las publicaciones.