El mueble no tenía faltas graves (carcoma, falta de material) pero sí estaba muy maltratado. La laca brillante del sobre y de los cajones estaba dentada y cuarteada; el faldón de madera totalmente arañado, como si se hubiera salpicado al fregar el suelo con un producto abrasivo.
Tenía sus propios inquilinos y éstos tenían sus propias viviendas jajaja:
La trasera estaba enmohecida y todo el mueble olía a cerrado y a humedad.
Personalmente no me gustan este tipo de muebles, aunque ahora se han puesto de moda y hay quien los ve muy atractivos. En mi caso no fue una elección sino una oportunidad de aprovechar un mueble para algo que necesitaba realmente, así es que pensé en un cambio radical que es el que le he dado.
Lo primero, lógicamente, fue sacar la artillería pesada y lavar a conciencia todo el mueble, sin quedar ni un centímetro sin su ración de lejía y agua.
Así es que manguera en ristre fui fregando cada rincón para asegurarme de que quedaba en perfectas condiciones para alojar platos y tazas, que es lo que tengo previsto. Utilicé lejía para las zonas llenas de moho, sosa caústica para las zonas con restos de barniz y jabón neutro para las zonas que estaban simplemente sucias y llenas de polvo. El problema de trabajar con muebles tan grandes es que cualquier paso que se da (lavar, lijar, pintar...) es interminable, por las dimensiones y por el peso. Voltearlos es un problema y siempre hay que pedir ayuda, y no digamos cuando hay que subirlos o bajarlos de la "mesa de operaciones".
El problema vino con la encimera. Tenía una capa de laca de al menos medio centímetro de espesor y, a pesar de estar muy cuarteada, era imposible quitarla con ningún producto.
Así es que recurrí a la lija. Pero pronto me di cuenta de que aquello me iba a llevar una eternidad, porque cada centímetro de madera que quedaba libre de laca suponía casi una mañana entera de trabajo. Y otro buen rato limpiar (y limpiarme) todo el polvillo blanco que se producía.
Así es que a grandes males, grandes remedios. Compré una chapa de madera y la pegué encima. Después apliqué tinte color nogal americano a todas las partes visibles de madera, para unificar (no tengo ahora mismo una foto, pero como habrá "parte II" de este post, para que no se haga tan largo, pues entonces la pondré).
Me costó decidir qué estilo quería darle. Como la transformación iba a ser total podía elegir entre darle un aire romántico, en tonos suaves y con flores decoupage; o un aire más vintage, en color verde gustaviano (como esta consola) con estarcidos... y al final he optado por un estilo industrial (más o menos) con colores fuertes, inscripciones en los cajones y tiradores de escritorio.
Los colores los elegí basándome en la tendencia Twist del catálogo 2014 de Maisón du Monde: curry, albaricoque, abedul y pizarra (síiii, 2014, también tengo el catálogo 2015 y pronto sacarán el 2016, ¡¡y yo todavía no habré acabado el dichoso mueble jaja!!).
Así ando liada con los cajones y los colores:
Espero acabarlo antes de Navidad, a ver si para entonces tengo todo colocado, porque la verdad es que #estoyunpocohastaelgorro del mueble jaja. Aunque no esté acabado me apetecía muchísimo mostraros el trabajo, está siendo tan pesado que el hecho de tener pendiente la parte II ya me anima a continuar para acabarlo.
¿Os gusta el estilo que he elegido? Yo tengo mis dudas... ¡¡Anda, que como al final no me guste jajaja!!.
Besos.