Un amigo de la infancia es muy aficionado a las chatarrerías, y su género preferido son los artilugios industriales. Me ha contado que en estos suculentos almacenes podemos encontrar toda clase de máquinas y mecanismos, por lo general de hierro, que en su gran mayoría provienen de zonas campestres: arados, norias, verjas... El óxido que los recubre, después de largos años a la intemperie, redobla su atractivo, y por ello no es extraño que a mucha gente le agrade tener en su jardín uno de esos artilugios.
A mi amigo le interesan especialmente los adornos de origen ferroviario, y tiene muchas placas de viejas locomotoras de vapor
Hace poco ha comprado un cambio de agujas como el que vemos a la derecha, ¡espero que nos mande fotos cuando lo tenga instalado en su jardín!
Como sabemos, las preferencias de los bricolegas se dividen entre quienes dejan la pieza tal cual, y quienes se afanan en quitarle el óxido hasta dejarla bien lustrosa.
A los segundos les interesará conocer la manera sencilla de limpiar piezas oxidadas.
Los primeros, entre los que se cuenta mi amigo, se inclinan por colocar el artilugio tal cual en su nuevo entorno.
¿Pondrías tú un adorno ferroviario en tu jardín?