Tenía rota la rejilla pero me pareció fuerte y que podría darle una segunda oportunidad.
Un buen encolado que hizo mi marido, un poco de lija, una mano de imprimación y dos manos de pintura blanca satinada (¡por supuesto!, algún día probaré otro color, lo prometo), y este es el resultado.
El tapizado lo hicimos mi marido y yo. ¿Os gusta?, me encantará leer vuestros comentarios.