Una nueva clienta se presentó con un encargo especial. Tenía un caballito de madera de cuando nació su hijo y quería regalárselo a su nuevo sobrino. El caballo en cuestión tenía ya sus añitos y no estaba en malas condiciones pero era de otra época, de otra moda, de otra generación donde los niños eran celestes y las niñas rosas, donde el cuarto de un bebé sólo admitía nubes y estrellas.
Mi clienta quería “un lavado de cara” pero me dijo las palabras exactas para que mi mente empezara a involucrarme en el proyecto las 24h del día. Me dijo: “Gema, confío en tí, hazle lo que quieras”. Le contesté con los aplausos del Whatsapp.
Os muestro el caballo tal y como llegó a mis manos.
Como os he comentado, no estaba en malas condiciones….pero yo lo veía triste, serio, cansado, sin ganas de seguir galopando….como si no estuviese a gusto con su vestido de nubes celestes.
Así que lo primero que hay que hacer es desnudarlo. Los detalles celestes costó bastante quitarlos y utilicé decapante.
Después un lijado y pintar en blanco
Bueno, ahora ya parecía más ligero, más joven…pero había que encontrarle su nuevo vestido, su nueva identidad, su nueva….nueva? eso es!!!
Sólo os adelantaré que cuando llamé a la clienta para decirle que ya estaba terminado su trabajo le indique que ya no era un caballo.
No os lo creeis??. Pues aquí os LA presento
Ahora es una cebra feliz. Tiene volumen, color, mucha personalidad y está deseando salir a galopar con su nuevo dueño. Yo la veo así.
Como siempre os digo, si tenéis algo que merezca la pena por su estado, material o utilidad pero ha dejado de ser actual u os apetece darle otro toque,…siempre se le puede encontrar su vestido. Siempre.
Quizás dentro de unos años me la vuelvan a confiar y la transforme en tigre…uummmm, podría ser.