Otras veces el bricolaje en tu casa rústica, lo preferirían en el lugar que nos apasiona y conocemos de anteriores excursiones, o alguna localidad vinculada a nuestra familia. Algo tan lleno de vivencias como una casa, y más si la asociamos al placer y el descanso en los momentos más agradables del año, nunca será una ciencia exacta. Por eso mismo, en la fase de compra debemos poner en cuarentena el romanticismo y las emociones, sopesando bien cada decisión, y analizando exhaustivamente si la casa será habitable con una obra económicamente asequible.
Para hacer un bricolaje en tu casa rústica debes tener en cuenta que lo más importante: el tejado
Habitualmente, lo más costoso en la rehabilitación de casas rústicas es el tejado, y por desgracia casi siempre hay que hacerle obra, aunque sea parcial. Debemos observar las vigas de madera para averiguar si tienen carcoma, hongos, grietas. La inspección ocular no delatará el estado real de la madera, ya que la zona crítica es el apoyo oculto de la viguería en el muro. Pero un techo de maderos sanos es un buen punto de partida, que luego puede verificarse con algunas catas en las zonas más comprometidas estructuralmente.
Es fundamental reconocer el material original de la casa: si tiene paredes de adobe, de ladrillo, o muros de piedra; y en los aparejos de piedra esclarecer si hay cantos rodados cimentados con barro, morteros de cal, fábrica de mampostería, sillares? Comprobaremos si existen 'panzas' y abombamientos en los muros, síntomas de posibles patologías. También debemos sospechar de elementos como recios pilares de madera: tras su rústica vistosidad pueden encubrir serios problemas, si están apuntalando un techo vencido.
En muchos casos, constructor y arquitecto nos darán una solución tajante: tirar la casa y hacerla nueva. Aunque de entrada lo rechacemos, creyendo que perderíamos la esencia y el encanto, a menudo tendrán razón. No hay que aferrarse a sentimentalismos: una vivienda nunca podrá hacernos felices si no ofrece requisitos de habitabilidad, y conseguirlos en una casa antigua puede tragarse todos nuestros recursos financieros. La casa de nueva construcción tendrá mejores calidades, costará mucho menos, y revestida con los materiales propios será tan encantadora como una rehabilitada.
El acceso, un factor esencial
Un condicionante de las casas de campo que mucha gente olvida es el acceso. La casa idílica, apartada del mundanal ruido, que descubrimos en una grata ruta campestre un día de mayo, puede tener contrapartidas desoladoras. En enero, cuando salgamos del trabajo un viernes por la tarde, habrá anochecido, y llegar a nuestra casa 'a media hora de coche' bajo la lluvia, de noche, por un sendero sin señalizar entre taludes y zanjas, con baches y fango, puede volverse una experiencia inolvidable en el peor sentido de la palabra.
Además del trayecto, es importante comprobar el acceso en la entrada de la casa. Con frecuencia, una escarpada cuesta al final del camino hace que sólo se pueda alcanzar la vivienda en un todoterreno. Reformar el carril de acceso será otro coste muy considerable si se precisa maquinaria pesada, que no puede llegar por sí misma al remoto paraje bucólico, y debe transportarse hasta la casa en un camión.
La visita definitiva con un técnico
Una vez la casa supera nuestro examen, debemos visitarla con un técnico, arquitecto o aparejador, que inspeccionará a fondo la estructura. Sólo entonces conoceremos los pormenores de la reforma necesaria, y el presupuesto. El técnico debe tener experiencia en rehabilitaciones, porque una casa de piedra puede engañar con sus aires de imperturbable solidez a un ojo poco entrenado. No es raro que haya catastróficos derrumbes por modificar un tabique en apariencia sobrante.
Tras el desglose de todas las obras imprescindibles, procede informarse en el ayuntamiento correspondiente de la normativa, los requisitos para la licencia, así como las posibilidades de instalar electricidad y agua potable, si no las hubiera. Si decidimos contratar a una empresa constructora local, conviene hacer un discreto sondeo en las viviendas que hayan ejecutado previamente, consultando a los propietarios sobre el desarrollo de las obras.
Y ponemos manos a la obra
Una vez efectuada la compra, llega el momento de 'velar armas', o mejor dicho herramientas. Hacer una obra en un lugar perdido de la provincia puede suponer una continua ronda de sinsabores, porque tendremos que dar instrucciones y supervisar las faenas pidiendo días libres en el trabajo. Y no es nada insólito encontrar en los operarios locales una actitud plácida, por no decir absentista. Cuantas más tareas podamos desempeñar en la reforma de nuestra casa, mejor que mejor.
El capítulo más abultado será la albañilería. Dado que normalmente trabajaremos en nuestra casa durante meses y con intermitencia, es aconsejable comprar una hormigonera. Las de tamaño medio tienen precios muy asequibles y será una inversión que aprovecharemos en los años sucesivos para cualquier trabajo que surja. Si tenemos poca experiencia, una medida sensata es contratar a un albañil y ayudarle como peón. De esa forma aprenderemos rápidamente, y pronto seremos capaces de realizar obras sin más cuadrilla que la familia.
Truco para las reformas de electricidad
Las reformas de electricidad en las viviendas rehabilitadas son un factor de importancia. Antaño apenas había electrodomésticos, y fácilmente una cocina moderna tendrá más enchufes que una casa antigua de campo o de pueblo. La instalación de cables y enchufes se simplifica notablemente si recurrimos al cable trenzado, 'facsímil' de los que se usaban antaño y quedaban vistos en paredes y techos. Podremos conseguirlo en muchas tiendas de electricidad.
Es práctico hacerse una agenda de obras, en la que puede ayudarnos un aparejador. Para trabajar en nuestra casa, sobre todo los fines de semana, hay que revisar concienzudamente la lista de utensilios, porque un olvido puede malograr todo el trabajo planificado. Además de materiales y herramientas, cargaremos las baterías, llevaremos linternas, agua y comida, y el surtido completo de repuestos que vayamos a necesitar. Obviamente, añadiremos los elementos de seguridad imprescindibles y un botiquín.
Poco a poco la casa de nuestros sueños irá convirtiéndose en una realidad. Hay que plantearse el proyecto como un objetivo a medio plazo, una afición en la que intervienen tanto nuestra inteligencia como nuestra habilidad manual. Si evitamos los agobios y aperreos por el 'síndrome de la inauguración', y gozamos de cada día de bricolaje, nuestra casa será una continua fuente de satisfacciones desde el momento de la adquisición.