Las piscinas son un elemento muy costoso que en muchas ocasiones no se rentabiliza por su escaso tiempo de disfrute. En circunstancias normales, sus usuarios comienzan a bañarse cuando el verano ya ha entrado y las temperaturas son lo suficientemente altas como para no pasar frío en el agua, lo que restringe en gran medida el baño a unos pocos días de junio, julio, agosto y septiembre, en el mejor de los casos.
Para que esto no pase, pueden aplicarse varias soluciones, entre las que se encuentran las cubiertas de piscinas, quizá la alternativa más eficaz. Gracias a su efecto invernadero, los diferentes sistemas realizan una función de filtración de los rayos solares y acumulación del calor bajo el soporte de la cubierta. Todo esto repercute en que la temperatura del agua suba varios grados y se mantenga a lo largo de todo el día en un nivel adecuado para el baño.
Una opción práctica y eficaz
Especialmente recomendadas en piscinas a las que no alcance durante muchas horas el sol o situadas en climas no propicios para bañarse al aire libre, las cubiertas resultan un buen sistema de aislamiento y de recalentamiento del líquido elemento. El inconveniente más notable de estos soportes es, además de su instalación, que necesitan un espacio considerable para montarse alrededor del lugar de baño y pueden llegar a resultar aparatosas. Para desterrar estos problemas, se han ideado diversos tipos.Los fabricantes de estas estructuras aseguran que el disfrute del baño aumenta ya que se puede usar la piscina desde primavera hasta otoño. En verano puede utilizarse tanto de día como de noche, ya que resguarda al agua del frío y no deja que el calor se escape, manteniéndolo durante horas, y durante las horas diurnas el resto de la temporada. Además, como evitan la caída de insectos y hojas en el agua, la mantienen limpia, con lo que se puede llegar a un ahorro de hasta el 50% en productos químicos para su depuración.
Una cubierta para cada piscina
Principalmente existen tres tipos de cubiertas entre los que elegir, según gustos y espacio disponible. Entre las más demandadas están las telescópicas, las fijas y las deslizables, todas con estructura en aleación de alumunio y dispuestas con policarbonato compacto termoplegado, para proporcionar buena visión. Todas disponen de un sistema que permite su apertura fácilmente y sin necesidad de realizar ningún esfuerzo físico. En algunas marcas, incluso, se puede optar por un sistema automático de apertura con células fotoeléctricas y mando a distancia.Al ser cubiertas diseñadas y realizadas según las medidas y el modelo de la piscina, no existen modelos prefrabicados, con lo que el precio variará dependiendo de la forma de la piscina y de su tamaño. Las telescópicas, al ser las más grandes y las que más material necesitan y más complicada es su instalación son las más caras. Los accesorios disponibles para estos sistemas también encarecen el producto final.
Los cobertores, otra solución
Si, en cambio, la piscina disfruta de buena temperatura y lo único que falta para que el disfrute sea total es disponer del agua cuando quieras. Para ello es fundamental que el agua esté limpia y eso en invierno es imposible. Por ello se han inventado los cobertores, que protegen la piscina de la caída de elementos externos como hojas, insectos u objetos.Además de todo eso, estos cobertores son capaces de mantener el agua durante todo el invierno, protegiéndola de la luz solar para evitar la proliferación de algas. Una de las principales ventajas que tienen es que son de fácil instalación ya que no necesitan apenas montaje e incluyen tensores elásticos y anclajes escamoteables.