Lo primero, quitar ese barniz brillante que impedía la adherencia de la pintura... Decir que el lijado de este mueble ha sido más complicado de lo esperado, por la cantidad de curvas y recovecos de la silla.
Y, tras una profunda limpieza (la aspiradora es nuestra aliada), dimos color al asiento con pintura a la tiza color blanco roto.
Tres manos hicieron falta para cubrir en su totalidad, y dos capas de barniz que aseguran su uso y disfrute,...
..., porque, nos consta, esta mecedora se usa, y mucho.
¡Objetivo cumplido! Le hemos quitado años y luce actual y luminosa, ¿no creéis?
Marga y su familia están encantadas con el resultado. Queda pendiente tapizar un cojín que la silla tiene con forma adaptada al asiento. Pero eso ya lo contamos otro día...
¡FELIZ FIN DE SEMANA!