En Monforte de Lemos, los domingos por la mañana, hay mercadillo. Hay productos de la huerta que venden particulares, productos elaborados artesanalmente como miel, mermeladas, membrillo, quesos..., artesanía en pizarra, cuero.... y ropa y cosas, en general, de segunda mano.
Pues bien, en uno de mis paseos por dicho mercadillo, encontré este espejo y en este estado.
Lo compré por 7 eurillos y, muy contenta me lo traje a casa. Cuando llegué y lo miré detenidamente, observé que le habían dado la vuelta.
Tenía el remate por detrás. Dispuesta a devolverlo a su estado original lo desmonté.
El dorado de estos espejos se restaura con pan oro pero yo no soy ninguna restauradora y no me atrevo a hacer tal cosa por lo que, simplemente, utilicé pintura en spray dorada y con dos pasadas quedó genial (no digo perfecto porque los profesionales se llevarán las manos a la cabeza pero....)
Como quedaba muy dorado, utilicé un poco de betún de judea y, con un poco de lana de acero, lo decapé.
Y, por supuesto, coloqué el espejo por la cara original y este es el resultado.
Lo coloqué en un cuarto de baño que yo llamo verde, un poco alto porque es un poco peligroso si te clavas una punta. Está en la galería porque en los años 60/70, en las casas que no tenían baño, se utilizaba un rincón de la galería para hacerlo (es como una tradición en Galicia).