Muchas familias deciden instalar un pequeño gallinero en el jardín, buscando sobre todo la simpática y regocijante presencia de unos animales que evocan los encantos de la vida tradicional. Construir un alojamiento adecuado para las gallinas es habitualmente una labor de carpintería, aunque también hay gallineros domésticos de albañilería.
El prototipo de gallinero en el jardín ‘recreativo’ es una caseta algo mayor que la de un perro, destinada a seis o siete gallinas, que puede fabricarse con tablas de palet, y dispone de un pequeño corral mallado. Es un plan muy entretenido, al alcance de cualquier bricolega con una mediana experiencia, y más contando con un ayudante en casa.
Marinor nos cuenta que su marido está levantando un recinto para 12 gallinas, ya que dispone de un jardín muy espacioso. Aquí aparece en fase de construcción. Podemos observar el importante detalle del suelo, elevado sobre el terreno, sencilla precaución que impide la humedad en el gallinero, algo muy pernicioso para las inquilinas.
Otra vista más cercana del gallinero de Santyali, con el techo basculante que permite limpiar, recoger los huevos y poner comida. “Cuando estamos por casa les abrimos la puerta lateral para que campen a sus anchas, pero cuando no estamos sólo salen a la zona vallada. La idea era hacer el gallinero portátil e ir moviéndolo por el terreno para que lo abonen”, explica nuestra lectora.
Scorpiona67 y su chico descubrieron una idea en Internet para fabricar los ponederos. Y como vemos, sus gallinas la acogieron muy gustosas.
El novio de Rcarrev es albañil, y lógicamente nuestra lectora tiene en su jardín un gallinero de primera categoría, con un rústico y bonito muro de piedra. El testimonio de Rcarrev revela el motivo principal de compartir el jardín con estas simpáticas criaturas: “De momento mis gallinitas todavía no ponen huevos, así que la principal ventaja que me ofrecen es la relajación. Sí, sí, cuando estoy estresada me voy para el corralito, me siento en el suelo y me pongo a verlas y escucharlas”.
Interior del gallinero de Rcarrev, con las perchas y los excelentes ponederos. “Estoy deseando que se hagan grandes y me regalen cada día un huevo, sé que cuanto vea el primer huevo me moriré de la ilusión. Toda la gente que conozco que tiene gallinas dicen que sale más barato comprar los huevos en el súper, pero reconocen que la diferencia de calidad es enorme”.
Punpulusta nos deja otro agradable relato: “Yo tengo un gallinero desde hace un año y ha sido mi sueño desde pequeñita. Es una caseta de madera que construí para colocar las placas solares fotovoltaicas, y he aprovechado para darles cobijo a los animalitos; les he puesto varios fardos de paja y unas varas de madera para que duerman, y también comederos, bebederos y ponederos. Todo el día están libres, pululando al sol o niebla, lo que toque, y los huevos son los mejores del mundo”.