Decora tu jardín: construye una loseta

Cómo construir un pavimento

Los bricoleos de jardín son muy agradables y entretenidos, además del aliciente que supone trabajar relajadamente al aire libre. En este ejercicio aprenderemos a construir un tipo de pavimento que era muy común antaño en las casas de campo, sobre todo en el exterior, pero también en la entrada e incluso en la cocina. Es el clásico, atractivo, limpio y resistente suelo de guijarros.

 

Lo que haremos será practicarlo a pequeña escala, en losetas que podemos alinear sobre el césped para hacer un bonito sendero.

 

Ante todo debemos seleccionar la materia prima, decidiendo el color y el tamaño. Quedan más elegantes los guijarros de buen tamaño y de color claro. En este caso teníamos un pequeño resto de un trabajo anterior, pero estaba en la tierra, y como la piedra caliza es porosa, los guijarros se habían ensuciado.

Ahora viene el vibrado, una fase importante con el hormigón. Eso evita que se formen burbujas o cavidades en el interior de la masa, sobre todo en los ángulos del mallazo, burbujas que podrían acarrear una oxidación. En nuestro molde hacemos el vibrado fácilmente con la paleta.

Aquí comprobamos que el molde es recuperable: una vez seco el hormigón, sacamos fácilmente la loseta, y el molde queda listo para recibir otra. El cepillo es para quitar a los guijarros las salpicaduras y manchas de mortero.

Como vemos, la loseta es perfectamente manejable, y en la lisa superficie de hormigón comprobamos el correcto vibrado, que no dejó ninguna burbuja en el fondo del molde.

El bricolega debe resolver las contingencias con lo que tenga a mano. En este caso no aparecía la tenaza para cortar ferralla, de modo que utilizamos un cortatubos de fontanería ya algo cascado. Si es nuevo no debemos hacerlo, porque el hierro de la armadura mella la rueda de corte.

En las soleras de hormigón se ponen separadores para elevar el mallazo, siempre con el fin de que la armadura esté inmersa en el hormigón. Los separadores son de plástico, y como buenos bricolegas hemos improvisado unos caseros, con pinzas de la ropa. Los atamos al mallazo, como hacen en obra los ferrallistas.

Hemos calculado que nuestra loseta pesará unos 7 kilos. Es un peso manejable, de todas formas antes del hormigonado llevamos el molde al lugar del jardín donde empezará el sendero, para facilitar la tarea. Terminamos de batir la mezcla.

Igual que en las obras, el vertido del hormigón debemos hacerlo con cuidado, para evitar que se descoloquen las armaduras. Comprobamos que el nivel va subiendo sin que la “cruceta” pierda la posición correcta que le dimos al comienzo.

La primera tarea será el lavado. De hecho antaño siempre se utilizaban piedras recién lavadas: los obreros las cogían de los arroyos. Aquí vemos a Coco, dispuesto como siempre a ayudarnos en la tarea, inspeccionando el lavado de guijarros.

Mientras continuamos haciendo las losetas de nuestro sendero, comprobamos que a estas piezas de jardín podemos darles muy variados usos, por ejemplo como soporte para macetas. Un ejercicio fácil y ameno, que nos ha enseñado a trabajar con el hormigón.

Para armar las losetas a fin de evitar que se rompan, utilizaremos mallazo. Tenemos a mano el habitual de 6 milímetros, un grosor innecesario para la diminuta solera de nuestra loseta, pero como no es perjudicial pasarse, lo utilizamos.

Para que el borde de nuestra loseta salga perfecto y liso, con un trapo limpiamos de mortero el contorno del plato. Antes de poner los guijarros dejamos que pase media hora, más o menos.

Preparamos la mezcla, después de medir el volumen del plato (5 litros). La mezcla es de 1 parte de cemento, dos de arena y dos de grava, recordemos que el volumen no aumenta al añadir el agua, porque la arena siempre viene muy esponjada.

Presentamos la cruceta en el molde, comprobando que no toca los bordes. Una de las normas del hormigonado es que las armaduras queden perfectamente sumidas en el hormigón, para evitar las oxidaciones. El molde es un plato de plástico, de los que se ponen debajo de las macetas.

Una vez lavados, nuestros guijarros lucen su bonito color blanco original. Ahora se trata simplemente de ir poniéndolos a mano, hundiéndolos en el mortero de forma que aflore un tercio de su volumen, aproximadamente.

Vamos colocando los guijarros, tal como aparecen en los clásicos pavimentos. El mallazo está colocado a suficiente profundidad para que las piedras no lleguen a tocarlo. Debemos procurar que las piedras no se hundan demasiado, Coco vigila de cerca esta importante fase.

Vertemos con cuidado el hormigón. Lo hemos hecho bastante fluido, dado que el tiempo está muy caluroso, y la rápida evaporación podría causar grietas en un mortero de consistencia normal.

Ya estamos acabando la loseta. Para realzar su aspecto rústico es preferible que los guijarros sean de tamaño diverso, y queden algo espaciados.

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