De todas las tareas que conozco dentro del bricolaje, la pintura es la más accesible. Lo cierto es que todos hemos pintado una pared alguna vez y aunque nos pueda quedar mejor o peor, el resultado puede ser más o menos pasable. Sin embargo, todos sentimos un cierto ‘terror’ cuando nos toca pintar el techo. Es algo complicado y no siempre queda bien, por lo que debemos prepararlo antes de empezar, para evitar inconvenientes.
Lo primero que tenemos que hacer es observar bien la superficie para localizar aquellas partes que necesiten una reparación. Con ayuda de una espátula, debemos raspar las fisuras y agujeros que encontremos para quitar la pintura antigua o desconchada que haya en la pared. Si las grietas son profundas, debemos utilizar un producto de relleno para sellarlas, humedecemos una brocha e introducimos la masilla en la grieta.
Una vez que nuestra masilla seque, tenemos que lijar la superficie para nivelarla y retirar el sobrante de la masa. A veces, las grietas son de un tamaño considerable y aunque las tapamos siguen formándose, en este caso se recomienda reforzar el sellado con una tira de calicó, un apósito de vidrio que se coloca sobre la masilla selladora.
Una vez que hemos reparado el techo, debemos limpiarlo con ayuda de un cepillo o aspirador. Si el techo es de hormigón, podemos utilizar agua caliente y jabón, pero si es de yeso debemos hacerlo en seco.
¿Habías preparado el techo alguna vez?
Imagen: olga.palm/flickr