Este bello montaje de la forera CristinaM demuestra que podemos realizar adornos sofisticados gastando muy poco dinero en los materiales. El estilo gustaviano, de origen sueco, se basa en muebles de estilo neoclásico, pintados en colores claros y luminosos. Deben su éxito al refinamiento y a la facilidad para combinar en muchos ambientes.
El secreto para transformar soportes tan asequibles como el tablero DM en los adornos más selectos es dominar los trabajos de pintura. Lo comprobamos en el maravilloso ejemplo realizado por CristinaM, aficionada a los espejos de todo tipo, gran amante del estilo gustaviano, y experta sin rival con los pinceles.
Los dos elementos principales en el montaje: un tablero DM de 120 x 60 cm, que cuesta unos 9 euros, y una moldura de madera maciza de 2,5 metros, que CristinaM adquirió por 17 euros. El bote de pintura satinada de 750 ml ha costado 8,65 euros.
La tarea da comienzo midiendo y cortando la moldura, para poner sendos perfiles en la base y la cabecera del espejo. Después de lijar suavemente todo el tablero y los listones, CristinaM los pega con cola blanca de carpintero.
Tras dos manos de gesso, lijando entre media, nuestra forera aplica dos capas de pintura a rodillo en un bello color crema suave, llamado Nepal.
La plantilla que ha escogido CristinaM para el espejo es una de sus preferidas. “Me costó 17,90 euros, bastante carita, pero os aseguro que la tengo amortizada; se nota que es buena, queda ideal siempre que la he puesto”. Nuestra habilidosa forera siempre aborda con entusiasmo los trabajos de pintura, y para el color de base mezcla tres pigmentos: Lino, Organza y Kaolin. “Pongo un poquito de cada en una bandeja de plástico, y con un pincel de esponja voy untando a la vez en los tres, quito el exceso en un trozo de papel de periódico, y lo aplico en la plantilla, así aporta al dibujo varios tonos a la vez”.
“Ahora vino mi odisea de encontrar un espejo para el centro de la pieza”, sigue relatando CristinaM. “Si iba a una cristalería me pedían casi 50 euros, en los chinos eran de plástico, y en las tiendas de decoración salían por un riñón”. Finalmente, nuestra amiga consiguió el espejo idóneo en una tienda de detalles para el hogar, por 15 euros.
Tras lijar el marco del espejo someramente, para quitar un poco el dorado, y para dar buena adherencia a la pintura, la artista procede a aplicar dos manos de gesso con un pincel, lijando con suavidad entre capa y capa. Seguidamente, extiende dos capas de pintura Nepal, la misma que en el tablero, lijando nuevamente entre ambas manos.
Llegamos al momento estelar del adorno, la pátina. Nuestra lectora nos ofrece amablemente su receta: “Un chorrito de óleo marrón, una pizca de óleo blanco y una pizca de óleo negro, mezclados con esencia de trementina. Añadimos un poco de barniz a la cera de Mongay, volvemos a mezclar bien y añadimos cera blanca, hasta dejar la sustancia bien espesa”. CristinaM aplica este producto artesanal en el marco del espejo y el tablero, cuidadosamente, con pincel en la misma dirección, y deja secar una semana.
Y una vez seca la pátina, hay que “armarse de santa paciencia” para lijar con lana de acero todo el conjunto. ¡El resultado compensa con creces! CristinaM nos enseña aquí las pruebas con dos adornos en la parte superior del espejo, se trata de figuras ovaladas de chapa, que la artista embelleció con pasta de estuco. “Usé una plantilla que pone Living, y un sello con tinta en las partes superior e inferior del texto”.
Finalmente, nuestra forera se decide por un relieve en forma de lazo labrado, que pone el adecuado remate a un trabajo excepcional. ¡Enhorabuena!