Foto: James Jordan/Flickr
La clave está en conseguir hacer un uso lo más eficiente posible de nuestra calefacción y disponer de un sistema de regulación de temperatura adaptado a nuestro hogar y a nuestras necesidades.
¿Cuáles son los tipos de calefacción más empleados?
- Los sistemas de calefacción central, que son más baratos y se comparten en todo el edificio, por lo que las fechas de encendido y apagado son fijas.
- Las chimeneas, que son el método más antiguo y tradicional, y de los más sucios y también peligrosos. Son incompatibles con pisos.
- Las calderas de bajo consumo o gas natural. Contaminan menos y su uso es más sencillo. Además, el mantenimiento es menor.
- El suelo radiante. La vivienda se calienta por completo desde el suelo y es idónea para emplearse con energías renovables.
¿Qué debemos tener en cuenta al usar la calefacción?
- Lo primero es no encenderla nunca por la noche.
- Debemos cerrar las persianas y cortinas.
- Al empezar la temporada, hay que controlar que tenemos todos los radiadores purgados. Sabremos que no lo están porque no se calientan, y esto ocurre porque durante el tiempo que han estado apagados han acumulado aire que hay que expulsar.
- Si pasamos muchas horas fuera de casa, lo mejor es instalar un termostato digital programable.
- No olvidéis cerrar los radiadores que no necesitéis.
- Antes de encender la calefacción debemos ventilar la casa al menos durante 10 minutos.
- Importante también es no pasarnos de calor, con una temperatura media de 20º.
Por su parte, la mejor manera de reducir nuestro consumo es invertir en la calidad de nuestras ventanas, puntos clave a la hora de evitar las pérdidas de calor y mejorar el aislamiento. Las ventanas aislantes de PVC de Kommerling nos permiten conseguir el máximo aislamiento térmico y ahorrar con ello hasta un 50%.
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