Así, cuando hablamos de climatización podemos mencionar principalmente dos sistemas: el uso de radiadores, que es el que podemos encontrar en la mayoría de los hogares, y el sistema por suelo radiante. De este modo, nuestro objetivo hoy es conocer las ventajas de este sistema de calefacción, ¿te vienes con nosotros?
Antes de nada, ¿qué es el suelo radiante?
En este tipo de calefacción, el calor se transmite y distribuye por toda la vivienda a partir de un sistema que se encuentra bajo el pavimento. Así, esta distribución se puede llevar a cabo de dos formas.
1. Mediante tuberías de agua. El funcionamiento es similar a un sistema de radiadores y caldera, es decir, la caldera se encargará de calentar el agua que se trasladará por toda la vivienda a través de una red de tuberías instaladas bajo el suelo.
2. Mediante sistemas eléctricos. Funciona a partir de una malla instalada bajo el pavimento que se calienta a partir de energía eléctrica.
¿Cuáles son sus principales ventajas?
- En el caso del suelo radiante por tuberías, la temperatura a la que es necesario calentar el agua es mucho menor que en el caso de los radiadores, por lo que el gasto energético es menor y también el coste económico. En concreto, el ahorro puede ser de hasta el 20%:
- En este tipo de sistemas, el calor se transmite de abajo a arriba, creando un ambiente más confortable. Además, el reparto del calor es más uniforme.
- El hecho de que el suelo esté caliente mejora la sensación de confort.
- La estética es también otro de los puntos fuertes del suelo radiante, ya que elimina uno de los eternos enemigos de la decoración, los radiadores.
- Desde el punto de vista de la seguridad, el no tener radiadores a gran temperatura a la vista en casa nos libera de tener que estar pendientes de que los peques de la casa se acerquen a ellos.
¿Y qué ventaja ofrecen los sistemas eléctricos frente a los de agua?
Los sistemas de suelo radiante eléctricos, como por ejemplo los de DUCASA, ofrecen la posibilidad de contar con un sistema de calefacción inteligente. ¿Qué significa esto? Pues que el control de la disfribución del calor es mucho más preciso y uniforme, evitando corrientes de aire y pudiendo controlar mediante termostatos la temperatura de cada habitación por separado.
Además, los sistemas eléctricos son mucho más fáciles de instalar, son muy silenciosos, se pueden colocar en todo tipo de suelos, incluido en salas con poca altura, y suponen un importante ahorro energético, ya que incluyen un sistema sin saltos de potencia.
En cualquier caso, tengamos el tipo de sistema de calefacción que tengamos, hay ciertos aspectos sobre su uso que debemos tener claros para evitar un derroche innecesario. ¡Apuntadlos!
1. No debemos pasarnos con la temperatura a la que se encuentra la vivienda. Lo razonable es que un hogar se encuentre entre los 19º y los 21º en invierno. Tened en cuenta que un solo grado de más puede suponer un 7% más de consumo. Y, para ello, lo mejor es contar con un termostato.
2. La ventilación también va a influir mucho en el consumo de la calefacción. Así, lo correcto es hacerlo cada mañana, durante al menos 15 minutos.
3. El aislamiento es también fundamental, y para ello vamos a proveernos de unas buenas ventanas (si son de PVC aislarán más y mejor), ya que estas son las principales responsables de las pérdidas de calor. Además, es recomendable contar con unas cortinas opacas, así como con persianas que podamos bajar durante la noche, para impedir que el calor acumulado durante el día se escape y se cuele el frío de la noche.
4. Por su parte, en las horas centrales del día vamos a intentar dejar las persianas levantadas y las cortinas retiradas para facilitar que la radiación solar entre por la ventana y sirva de fuente de calor.
5. Por último, nunca debemos dejar encendida la calefacción por la noche ni cuando nos vamos de casa.
Fuente: http://www.calefaccioninvisible.com/