El papel pintado otorga a nuestras paredes un estilo único y diferente, captando gran parte de la atención en nuestras habitaciones. Sin embargo, el gran problema de este tipo de decoración es la temporalidad, ya que tan pronto está de moda un tipo concreto de estampado, como deja de estarlo en un momento dado. Llegados a este punto, ¿qué posibilidades tenemos?
1 Quitar el papel pintado anterior. Para ello, deberemos retirar tirando desde abajo, y ayudándonos de la espátula o con un rodillo perforador. Habrá trozos que se quiten bien y otros que cueste más. Para estos casos, debemos humedecer bien las zonas con agua caliente o agua con vinagre.
A continuación, deberemos arreglar los desperfectos que hayan quedado en nuestra pared, que podemos cubrir con masilla y una espátula o llana, para después volver a cubrir con otro papel o pintar.
2 Poner nuevo papel sobre el anterior. Para ello, lo único que debemos asegurar es que el anterior papel está completamente liso, es decir, que no presenta burbujas de aire ni partes despegadas. Después, tendremos que limpiar bien la superficie, para retirar cualquier resto de polvo, y, a continuación, colocaremos el nuevo papel.
3 Pintar encima del papel. Para ello, debemos echar masilla en los bordes y en las imperfecciones para evitar que, una vez que hayamos pintado, el papel se despegue. Después, lijaremos toda la superficie para igualar, echaremos un sellador y, a continuación, ya podremos pintar con pintura acrílica.
¿Habéis realizado alguna vez una de estas tres opciones?
Imágenes: Eureka Design