1. Humedades por filtración. Estas suelen ser fruto de deterioros en la fachada, el tejado, los marcos de las ventanas, grietas, roturas en las cañerías, problemas en el desagüe… Además, también podemos encontrar las humedades por infiltraciones laterales, que se dan en sótanos, garajes… y que se deben, principalmente, a un mal aislamiento que deja pasar el agua de la tierra con la que está en contacto la pared.
2. Humedades por capilaridad. Son fruto de la subida del agua desde el suelo. Por un problema de aislamiento, el agua puede atravesar cimientos y provocar desprendimientos. Además, pueden causar daños en el sistema de tuberías.
3. Humedades por condensación. Tal y como hablamos en el post anterior, se trata del tipo de humedad más común, y se debe principalmente al choque de temperaturas entre el interior y el exterior de la vivienda. Así, cuando no hay un buen aislamiento o una ventana de calidad se puede producir condensación, que da lugar a la aparición de vaho en las ventanas, manchas en las paredes, pérdidas energéticas y el tan temido y perjudicial moho.
De este modo llegamos al punto que queríamos tratar hoy, y es precisamente del moho en las paredes, fruto normalmente de humedades por condensación. Así, cuando avistamos la presencia de una mancha de moho, debemos proceder de forma inmediata a su eliminación, ya que puede derivar en problemas graves de salud, principalmente de carácter respiratorio.
¿Qué podemos hacer para eliminar el moho? Os damos algunos trucos:
1. Para el primer truco deberemos acudir a los armarios de la cocina para coger lo que puede considerarse como el producto estrella de los trucos de limpieza caseros: el vinagre blanco. De este modo, lo único que tendremos que hacer es aplicarlo sobre la zona afectada con un pulverizador, dejar actuar, y retirar con un trapo. Tendremos que repetir la misma acción tantas veces como sea necesaria, hasta eliminar todos los restos.
2. Otra posibilidad es emplear agua oxigenada. Tendremos que aplicarla de la misma forma, pero esta vez dejaremos actuar unos minutos, para después limpiar con un cepillo.
3. La lejía es, sin duda, uno de los productos más empleados para esta tarea. Para ello, tendremos que mezclar una parte de lejía con tres de agua, y frotar la zona afectada con un trapo o cepillo.
4. El bicarbonato también resulta útil para esta tarea. Para ello mezclaremos una cucharada del mismo en un vaso de agua, y pulverizaremos la zona. Terminaremos frotando con un cepillo.
5. Por último, terminamos con el truco que probablemente os sorprenda más, y es que consiste en emplear aceite del árbol de té. Para ello, deberemos mezclar dos tazas de agua con dos cucharadas de este aceite, y una vez más pulverizarlo sobre la zona, dejar actuar y después retirar.
¡Y no lo olvidéis! La mejor solución se encuentra en la prevención, que pasa por aspectos como:
- Reforzar el aislamiento térmico de la vivienda.
- Apostar por ventanas de calidad.
- Prestar especial atención a la ventilación.
- Si es necesario, usar deshumidificadores para controlar los niveles de humedad de la vivienda.
- Mantener una temperatura ambiental adecuada en casa, que ronda los 18º en invierno y los 21º en verano.
- En caso de detectar una posible fuga, repararla de inmediato.
Así, recordad que aquí podéis encontrar mucha más información sobre las humedades…