Aunque parezca contradictorio, el dominio del corte a mano nos ahorra tiempo, dado que las máquinas eléctricas requieren algunos preparativos que son innecesarios con el serrucho. Y por añadidura, a mano conseguiremos en muchos casos un corte más preciso, y también más fácil, ya que ajustaremos el paso de la hoja a las variaciones de una materia viva como es la madera.
La tabla debe estar firmemente sujeta
Una vez marcada a lápiz la línea de corte, que habremos tomado con la escuadra, procederemos a sujetar la tabla en el banco de trabajo. Lo haremos con dos mordazas, bien apretadas para que la tabla no se mueva con el empuje de la herramienta, y dejando la línea de corte cerca de la sujeción, para que el extremo de la tabla permanezca completamente rígido, sin doblarse.El marcado en dos caras con la escuadra nos permite verificar que la hoja, además de seguir la línea en superficie, avanza completamente vertical. Es normal que los principiantes hagan cortes desviados de la perpendicular, y, aunque el error sea mínimo, suele bastar para malograr la unión en ángulo. Es preferible marcar y cortar de nuevo a intentar corregir con el cepillo o la lima un perfil de tejado.
El inicio del corte
Para empezar a cortar, pondremos el pulgar en el extremo de la línea, apoyaremos en él la hoja, y moveremos la sierra tirando hacia nosotros. De esa manera abrimos un surco para que la hoja se adentre sin caóticos barridos. Sujetaremos la herramienta con firmeza pero suavemente, para que el trabajo lo haga la sierra, como dicen los buenos carpinteros. También dicen que no hay trucos para que salga bien desde el principio: a cortar madera se aprende cortando madera.La sierra trabajará con más suavidad y rapidez si el corte es transversal a la veta, aunque de esa forma levantará más astillas. Sobre todo al iniciar el corte, la hoja debe tener poca inclinación; en la imagen vemos el ángulo con la tabla que nos permite ir profundizando sin esfuerzos innecesarios, y sin desviarnos. El movimiento de vaivén debe ser amplio: en cada pasada intervendrá toda la hoja, incluso todos los dientes, como dicen los viejos carpinteros.
Los diferentes tipos de sierra Hay muchos tipos de sierra, y la diferencia básica es el número de dientes por pulgada que tiene la hoja. De ello dependerán la velocidad del corte y la finura del acabado. Una hoja con pocos dientes cortará velozmente, en menos pasadas, pero ambas secciones quedarán ásperas y con astillas. Una hoja con muchos dientes tardará más tiempo en cortar la misma madera, pero los bordes quedarán lisos y, en algunos casos, como si se hubieran lijado.
Para las piezas menudas usaremos una sierra de corte fino, es decir, con muchos dientes por pulgada. Las sierras de costilla tienen un refuerzo longitudinal en el borde superior, para evitar que la hoja se tuerza. Las mejores permiten un corte tan sumamente preciso que son las fieles aliadas en los trabajos más exigentes y minuciosos, desde la ebanistería a la fabricación de violines.
Las sierras japonesas
Cada día más populares, las sierras japonesas son herramientas excepcionales. Su característica esencial es que tienen los dientes inclinados al lado contrario, es decir, hacia atrás: el corte se hace tirando, no empujando. Por ello la hoja no necesita mucho grosor para conservar la rigidez, dado que no ofrece resistencia al empuje; finas como láminas, su corte es preciso, limpio y rápido. Una vez que las probemos, ya nunca prescindiremos de las sierras japonesas.Finalmente, las herramientas eléctricas portátiles más habituales son dos: la sierra caladora y la sierra circular. La primera se utiliza preferiblemente en cortes curvos, ya que sus prestaciones en el corte recto son netamente inferiores a las que brindan las sierras de mano manejadas por un aficionado con experiencia. La sierra circular, bastante más peligrosa que todas las anteriores, permite hacer cortes rectos de considerable exactitud y con la mayor presteza.