Un Belén en forma de diorama

El gran recurso de Internet ha impulsado de forma extraordinaria la calidad y el número de belenes por los hogares de toda la geografía. Ilusionados con la posibilidad de enseñar su Belén al mundo través de la red, los aficionados se esmeran aplicando al Nacimiento las técnicas más depuradas del maquetismo, con resultados espectaculares.  

Una modalidad con gran popularidad entre los belenistas es el diorama, que presenta la maqueta con una visión frontal, como si fuera el escenario de un teatro. El autor expone su montaje desde un solo ángulo, en panoramas que suelen tener más fondo que anchura. Es el caso del fenomenal ejemplo de este reportaje, obra del consumado belenista Adolfo de los Santos Guerrero.

¡Qué maravilla de Belén! El diseño tiene dos zonas bien definidas y armoniosamente conjuntadas. Recorremos con la vista la panorámica del escenario, desde el pozo hasta el pesebre, para luego deleitarnos en los incontables detalles de esta mágica viñeta.

En la mitad derecha del escenario está el portal propiamente dicho. El autor ha diseñado un precioso espacio al estilo de un granero, con cálidos elementos sacados de la arquitectura tradicional. Observemos por ejemplo el altillo, denominado popularmente 'sobrado', para almacenar enseres diversos.
Todos los detalles han sido realizados por el artista. Según cuenta Adolfo de los Santos, hacer bien un Belén tiene un secreto: dedicarle tiempo. Nuestro amigo comenzó este admirable trabajo a final del verano.

Nos acercamos a contemplar la escena de la izquierda, presidida por el pozo, uno de los elementos preferidos por los belenistas. Nuestro amigo fabricó un pozo cuadrado, dotado de un torno de aspas para izar el cubo.
Esta zona del diorama es la que presenta mayor profundidad, mostrando casas del pueblecito junto a un camino silvestre al pie de un roquedo. Al fondo, una tela blanca se va coloreando según la hora del día, en un ciclo que se repite cada pocos minutos. María Ángeles, casada con el artista, contribuyó eficazmente en muchas tareas del Belén.

En esta imagen apreciamos la embocadura, de un metro de ancho, con un elegante marco de color azul, igual que la tela, ambos desprovistos de adorno alguno, para no competir con el motivo principal.
La cuidada iluminación montada por el artista presentaba el mediodía en el instante de la foto.

Veamos de cerca el rincón del Nacimiento. El portal se hizo con poliestireno extrusionado, y el artista nos revela el truco para pintar directamente ese material tan resbaladizo: ¡sencillamente basta con un previo lijado!
Sobre la pintura va un enfoscado rústico, aplicando escayola con una espátula de manualidades.
Las figuras, de 14 cm, son obra del artesano belenista José Luis Mayo.

Los buenos belenistas tienen muy presente que la Navidad y los belenes van dirigidos sobre todo a los niños. Los pequeños espectadores podrán regocijarse descubriendo numerosos detalles en clave infantil, especialmente los animalitos dispersos por el escenario.

El juego de luces explota las variadas posibilidades del Belén. Nuestro amigo ha reforzado la ambientación con una grata banda sonora, que combina suaves villancicos con rumores de animales de granja.

Otra vista de la parte del pozo, con un simpático rincón de alfarería, otro de los elementos siempre característicos de los belenes. Un pastor viene del monte con su rebaño camino del portal, para llevar sus ofrendas al Niño.
¡Qué realismo ha conseguido el artista en la pared de roca! Igual que los muros, se hizo con plancha de aislante, recubierta de escayola, y salpicada con grava de acuario.

¡Fantástico ese suelo de ladrillos! Aquí nuevamente se percibe el método de nuestro amigo Adolfo para hacer un Belén, paciencia y cariño. Los ladrillos del suelo están hechos uno por uno, también en poliestireno, material como vemos realmente imprescindible en los belenes. Las puertas y vigas son de madera de balsa, envejecida y teñida.

En un diorama, los edificios del primer plano suelen tener puertas y ventanas, por las que atisbamos encantadoras visiones del fondo. El belenista se esmera en la decoración de esos ángulos visibles, utilizando además la perspectiva para acrecentar la sensación de lejanía, un truco muy conocido en el mundo del teatro.

¡Atardece en el pueblecito de Belén! Los Reyes Magos han llegado al portal, y adoran al Niño ofreciéndole oro, incienso y mirra.
Los árboles del paisaje se hacen de manera muy convincente con ramas de aulaga, un arbusto mediterráneo. El truco para que estén verdes toda la Navidad es pintarlos con spray.

Dejamos el plano final al rincón del Nacimiento. Observemos el farol y la candela, que tanto regocijan a los niños. La luz que ilumina el pesebre es un exquisito detalle: proviene de una bombilla LED disimulada en el techo, que nuestro amigo Adolfo convirtió en foco cenital metiéndola en el canuto de un bolígrafo. ¡Enhorabuena, artista, es un Belén admirable!


Agradecimientos: Adolfo de los Santos Guerrero, autor del Belén.