Instalar una fuente a tu jardín resulta un trabajo sencillo. Un pequeño motor eléctrico hace circular el agua desde un depósito oculto a la vista. El consumo de agua y electricidad es muy razonable, sobre todo si apagamos la fuente en las horas centrales del día, cuando evitaremos el jardín por el calor. Veamos algunas fuentes que tú mismo puedes construir.
Abrililla y su madre hicieron con sus propias manos esta alegre fuente a su jardín. La idea inicial de Abrililla contemplaba una cascada de piedra, pero fue descartada tras varios intentos. Y por eso motivo apareció en escena el simpático hipopótamo, que también es un elemento muy propio.
Dos ejemplos con mucha personalidad, ambos de diseño exento. La fuente cuadrada fue construida por Xesco.
Bichapeligrosa tiene una fuente hecha con piedras volcánicas de su parcela. El estanque es una palangana de plástico metida en un hoyo y adornada con piedrecillas. “Un motorcito recoge continuamente el agua que siempre bulle, el sonido es encantador”. Nuestra lectora aconseja encajar bien las piedras para que no se pierda el agua del circuito.
Las fuentes rústicas ofrecen ilimitadas variantes. El material de construcción habitual es la piedra.
Los surtidores que brotan de una pared lisa suelen adornarse con cabezas de animales, como este pequeño león que encontramos en un anticuario.
Kalimotxo fotografió esta bella imagen en un sendero del Pirineo. “De siempre me han gustado este tipo de fuentes. Tienen un encanto especial, parece que se haya detenido el tiempo a su alrededor”. ¿Te ves capaz de hacer una parecida en tu jardín? ¡Seguro que sí, manos a la obra!