Básicamente, el utensilio consta de un soporte cilíndrico recubierto de fibra, pelo o espuma, que gira libremente en ambos sentidos y lleva un mango para facilitar su manejo. Los rodillos han sido siempre la elección cuando se pintan grandes superficies, ya que cargan bastante pintura, y hoy desempeñan también muchos trabajos en muebles y adornos.
Cómo se maneja
Pintar con rodillo es tan fácil como impregnar el cilindro o manguito y hacerlo rodar sobre la superficie. La técnica es la siguiente: aplicación, cruce y repaso. Es decir, primero se extienden las pasadas en un solo sentido (vertical u horizontal) y luego en dirección perpendicular a ellas. Por último, se aplica otra capa en la misma dirección que la anterior.El rodillo requiere más pericia que la brocha, por el riesgo de impregnar zonas que no deseamos pintar, por ejemplo en la unión del techo y la pared. Pero, una vez adquirida la práctica, nos resultará un utensilio imprescindible, ya que el tiempo para pintar cualquier superficie se reduce a la tercera parte, y no acusaremos el cansancio en brazos y muñecas.
Los diferentes tipos de rodillos
Los rodillos de goma-espuma dejan una textura singular. Los de lana sintética o natural se utilizan para los tabiques y paredes de mampostería o yeso. Los de pelo natural dan buenos acabados en las paredes interiores y en los muebles. En general, los rodillos de pelo largo sirven para superficies ásperas e irregulares, y los de pelo corto para zonas lisas.
Hay rodillos texturados, con fibras entrecruzadas, dispuestas en figuras geométricas, o formando dibujos que actúan como sellos. No cubren toda la superficie, y se usan para trabajos decorativos especiales. Hoy día la industria ofrece nuevos diseños con depósito de pintura incorporado, que por el momento no convencen mucho a los profesionales.