Estoy muy contenta cómo me ha quedado y la verdad es que no tiene ningún misterio. Cualquiera sería capaz de hacerlo. No requiere ninguna inversión, únicamente un bote de pintura, el resto es cuestión de imaginación.
No he querido complicarme. Buscaba un resultado en el que se vieran las marcas del palé debido al uso, pero a la vez no quería cargar la pared, lo cual he logrado con el blanco puro.
Para ello me hice con un palé de 120x80cm y lo corté por la mitad aprovechando los tacos del centro, los cuales marcan los bordes de lo que será el macetero.
Una vez cortado, con tres de los listones sobrantes, hice la base de lo que serán los huecos para las plantas. Simplemente los colé y clavé. Todo ello sin buscar perfeccionismos, al revés, lo prefería tosco, dejando huecos y sin ajustar.
A la hora de lijar, simplemente le di una pasada por encima para quitar las astillas y seguido dos manos de esmalte al agua blanco. Eso si que quedara bien blanco.
El resto era buscar las plantas que me gustaran y para ello, un día fuimos al río y me puse a curiosear por la orilla entre la maleza. Me gustaron unas cuantas, las cuales puse en pequeños tiestos o incluso alguna en agua...
Y añadiendo unas velas pequeñitas en las esquinas del palé el resultado fue...
Un bonito macetero para ambientar la habitación, tanto de día como de noche. Y lo mejor, barato, muuuuy barato.