Las lámparas de bajo consumo son la opción más adecuada. También llamadas LFC -Lámparas Fluorescentes Compactas-, cada vez son más demandadas por los hogares.
Ventajas e inconvenientes
Las LFC tienen un precio de adquisición más elevado que el de las tradicionales bombillas incandescentes.
Sin embargo, a la larga el ahorro será notable porque consumen hasta un 80% menos. Las primeras destinan la mayor parte de la energía a la iluminación, y desperdician poco en calor, al contrario de lo que ocurre con las segundas.Uno de sus inconvenientes es que, aunque tienen una tonalidad parecida a la de otros tipos de bombillas, los colores del entorno no se perciben de forma tan fiel como con las halógenas. Además, al encenderlas observaremos que el haz de luz es tenue; hemos de esperar unos minutos hasta que alcance el rendimiento adecuado.
Tipos de bombillas
La instalación no varía respecto de las tradicionales, ya que la rosca y el casquillo son idénticos al de éstas. Además, el catálogo es extenso: alargadas, las más comunes; en forma de globo, indicadas cuando estén a la vista; con forma de anillo, para lámparas de techo; con reflectores para dirigir el haz; o con la forma más típica, se adaptan a todas los requisitos de tamaño y decoración.Algunos modelos incorporan un sensor a la luz natural. Indicadas para exteriores, son muy apropiadas como complemento en la seguridad del hogar: cuando anochezca, se encenderán de forma automática, dando la sensación de que la casa está habitada.
Además, el número de horas de duración varía, por lo que nos fijaremos en este dato a la hora de adquirirlas. Algunas llegan hasta los ocho años. Aunque el desembolso en éstas es el más importante, en realidad, el ahorro es mayor. En cuanto a la potencia, también encontramos variedad, siempre inferior a la de las incandescentes: una bombilla de bajo consumo de 23 W equivale a una de 120 W del segundo tipo.
Otros consejos
Las primeras bombillas que sustituiremos serán aquellas que permanezcan en funcionamiento más de dos o tres horas diarias. Sin embargo, no basta con este cambio, sino que hemos de darle el uso correcto. No es conveniente instalarlas en lugares de paso donde el tiempo de utilización sea corto como, por ejemplo, los baños, porque gastaremos más si las encendemos repetidamente que si funcionan de forma continua. Además, su vida útil se reducirá.Por la misma razón, tampoco es adecuado utilizarlas con sistemas con sensores de presencia. Tampoco se pueden colocar con reguladores de intensidad. Para permitir esta función, existen bombillas fluorescentes que se adaptan a una eficiencia completa o la reducen a la mitad. Tampoco conviene situarlas en lugares con cambios bruscos de temperatura. Asimismo, es importante retirar el polvo que se acumule ya que, en caso contrario, su rendimiento será menor.