La iluminación es uno de los aspectos de la decoración del hogar que más debemos tener en cuenta. Dependiendo del tipo de luz, del modo en el que incide o de la potencia con la que contamos, podemos variar la sensación que trasmite una estancia, creando una mayor o menor amplitud y calidez.
Además de los aspectos estéticos, debemos saber de los económicos y medioambientales. Conociendo el funcionamiento, las características y los distintos tipos de bombillas podremos crear un ambiente acogedor, ahorrar energía y dinero.
Datos sobre su funcionamiento
Un hilo con una resistencia eléctrica elevada se calienta al paso de corriente emitiendo luz: esto corresponde al principio de las lámparas de incandescencia. El primitivo hilo de grafito original se ha transformado hoy día en un doble filamento de wolframio, y en el interior de la lámpara no existe el vacío; está lleno de gases que evitan la combustión del material incandescente.
Favoreciendo el ahorro energético
Aunque las bombillas incandescentes estándar son las más habituales, su rendimiento sigue siendo bajo y son las de menor duración, aproximadamente unas 1.000 horas.
Las lámparas de bajo consumo ofrecen una duración prolongada y, aunque poseen un precio más elevado que el de las anteriores, estas bombillas conocidas como ecológicas tienen una vida aproximada de 8.000 horas y reducen significativamente el consumo energético.
Tipos de bombillas
Bombillas incandescentes: poseen un filamento de tungsteno que se ilumina al calentarse. Son las más habituales y emiten un halo luminoso ligeramente amarillento.
Bombillas con ahorro de energía: las más comunes están basadas en un sistema semejante a los tubos fluorescentes, con una luz fría y blanca. Son más duraderas que las bombillas ordinarias y su consumo es mucho más bajo.
Bombillas incandescentes reflectoras: tienen un baño reflector plateado que evita que la luz salga por la zona frontal, evitando así el deslumbramiento producido por la luz directa. Proyectan una suave luz indirecta adecuada para lámparas bajas o zonas de lectura.
Bombillas halógenas: emiten una luz blanca y están especialmente indicadas para usarse con reguladores de potencia. Por su pequeño tamaño, bajo consumo y alta capacidad de iluminación son utilizadas en la mayoría de las lámparas empotradas.
Tubos fluorescentes: proyectan una luz muy blanca y radiante, con un bajo consumo de energía, por lo que son ideales para zonas de trabajo. Es una luz muy fría, por lo que son poco agradables en zonas de descanso y ocio.
Factores a la hora de elegir una bombilla
El color de la luz: puede ser más o menos blanca, e incluso existen bombillas coloreadas para potenciar ambientes más cálidos.
La intensidad: dependerá del número de fuentes de luz y de la actividad prevista en la zona iluminada.
La situación de la fuente de luz: lámparas de techo, luz indirecta, luces bajas, etc.
La economía: existen modelos de bombillas que consumen menos energía y tienen una duración mayor que los tradicionales.
La estética: en algunos casos, la forma y el color de la bombilla pueden estar integrados en el diseño de la lámpara.