1. Antes de nada, trazaremos el camino a seguir por la instalación (el cual conviene que sea lo más corto posible para evitar trabajo inútil); lo haremos con un lápiz o un cordel de trazar. Marcamos también el lugar del interruptor y el del punto de luz. Con un escoplo -una especie de clavo grande- de hoja ancha y una maceta, hacemos una roza que siga el trazado.
2. Introducimos los hilos conductores en el tubo de empotrar. Encajaremos éste en la roza y lo mantenemos en el sitio, sujetándolo con unos cuantos clavos metidos ligeramente en sentido oblicuo; nos servirán para que el tubo no se caiga.
3. Colocaremos también las cajas de empotrar del interruptor y de la lámpara. Esta última la fijamos con yeso consistente para que no se desprenda. La instalación suele llevar tres cables, cada uno de un color para hacer las conexiones sin equivocaciones.
4. Humedecemos la roza y la cubrimos con yeso. Trabajaremos con rapidez para que no se seque el yeso antes de aislarlo.
5. Con una pelta-espátula tipo Berthelet, podremos alisar el yeso evitando la pesada operación de lijar. Si carecemos de ella, alisaremos primero, dejamos secar y luego lijaremos hasta que la superficie quede completamente lisa. Dejamos secar el conjunto por completo y pintamos el techo y las paredes.
6. Para terminar, instalamos los mecanismos y el punto de suspensión de la lámpara. Podemos utilizar uno sujeto a la placa para cerrar la caja empotrada, fijándola mediante tornillos. En su lugar podemos usar tacos de plástico, o de vuelco si trabajamos sobre un falso techo.